Journal Information

Article Information


Zonas no enunciadas de la enunciación

 

Resumen

Emanado de las cuestiones teóricas que plantea un caso de disfluencia —observado en el registro discursivo de la entrevista—, este trabajo postula un aspecto no enunciado como parte constitutiva de la propia estructura de la enunciación. Por lo tanto, el objetivo de esta investigación es demostrar que existe una correlación entre una enunciación enunciada y una enunciación no enunciada. Para hacerlo, se basa en la semiótica clásica general y en la teoría de la enunciación gestada por ella. Del corpus de referencia —integrado por diversos programas que aparecieron en los medios de comunicación masiva durante las precampañas electorales en Argentina en 2023— se extrajo un breve texto para el análisis de lo que este artículo ha dado en llamar caso Wado.

Palabras claves: enunciación no enunciada, enunciación enunciada, movimiento enunciativo, enunciabilidad, modos de existencia

 

Abstract

Emanating from the theoretical issues raised by a case of disfluency —observed in the discursive register of the interview— this paper postulates a non-enunciated aspect as a constitutive part of the very structure of the enunciation. Therefore, the aim of this research is to demonstrate that there is a correlation between an enunciated enunciation and a non-enunciated enunciation. To do so, it is based on general classical semiotics and on the theory of enunciation developed by it. From the corpus of reference —integrated by diverse programs that appeared in the mass media during the electoral pre-campaigns in Argentina in 2023— a brief text was extracted for the analysis of what this article has called the Wado case.

Keywords: non-enunciated enunciation, enunciated enunciation, enunciative movement, enunciability, modes of existence

 

Résumé

À partir des questions théoriques soulevées par un cas de disfluence — observé dans le registre discursif de l'entretien — cet article postule un aspect non énoncé comme partie constitutive de la structure de l'énonciation elle-même. Par conséquent, l'objectif de cette recherche serait de démontrer qu'il existe une corrélation entre une énonciation énoncée et une énonciation non énoncée. Pour ce faire, elle s'appuie sur la sémiotique classique générale et la théorie de l'énonciation qu'elle a développée. Du corpus de référence — composé de divers programmes apparus dans les médias pendant les précampagnes électorales de l'Argentine en 2023 — nous avons extrait un bref texte pour l'analyse que nous avons appelé, pour les besoins de cet article, le cas Wado.

Mots-clés : énonciation non énoncée, énonciation énoncée, mouvement énonciatif, énonciabilité, modes d'existence

 


1. Primeras consideraciones. La propuesta teórica

El título de este ensayo pareciera ser un contrasentido, o bien, como si se tratara de un simple juego de palabras, puesto que la enunciación, se ha afirmado (Greimas, 1996, entre otros), siempre está enunciada. Entonces, ¿cómo podría haber zonas no enunciadas de lo que está enunciado? Dicha afirmación se hizo cuando, precisamente, al acto de enunciación se le agregó la especificación de enunciada. Lo que se quiso decir, entonces, es que tal acto está realizado de cualquier manera, aunque ello ocurra en otro pliegue o nivel del propio enunciado; por lo tanto, expresar esa particularidad era obvio o innecesario. En efecto, desde un razonamiento teórico (Filinich, 2012) es lógico que la enunciación ya ha sido enunciada porque es a partir de este hecho consumado que se infiere el acto que le ha dado lugar, el cual adquiere el estatus de presupuesto y, por consiguiente, tal acto realizado, el enunciado, adquiere el estatus de presuponiente. En consecuencia, la operación que se establece, para hacer este reconocimiento de las distintas posiciones, es la de implicación. Pero, si variamos el razonamiento y consideramos la situación desde la experiencia discursiva, vemos también que el acto de lenguaje, el cual da lugar al discurso, está enunciado, y de ahí que la discursividad puede ser aprehendida y analizada. Así, el orden de las funciones toma el cauce de las presuposiciones, y la enunciación, propiamente dicha, no hace más que tomar el suyo.

Ahora bien, no se sabe que esa explicación de lo obvio o inútil del sintagma enunciación enunciada pudiera dar lugar a la existencia de una negación del resultado de la enunciación y que tal resultado, corriente abajo, no fuera una consecuencia lógica del acontecimiento enunciativo que está en su fuente generativa. Al contrario, la enunciación enunciada ha quedado instituida, por un lado, por lo que está enunciado, y, por otro, como una puesta en escena en el enunciado de lo que ocurre en la enunciación como instancia mediadora o prediscursiva. Desde una concepción no semiolingüística, cabría la posibilidad de preguntarse si es que habría un mensaje ya elaborado, enunciado en otro nivel semántico o puramente inteligible, que se quiere transmitir y que si la enunciación no se estructura, quedaría —de todos modos— algo que permanece sin decirse. Esa idea sería muy diferente a concebir la significación como algo que se elabora en el mismo dispositivo discursivo, es decir, que ella apenas existe antes de la enunciación como una masa informe y que sólo toma forma gracias al proceso de esta última.

Más allá de las distintas posturas, la propia afirmación enunciación enunciada que, de todos modos, está consignada, y que, incluso, posee su propia consolidación por el hecho mismo de haber sido contestada, podría dar lugar a su cuestionamiento. Esto sería: afirmar algo que está realizado sin su contraparte de lo no acontecido, y pensar, entonces, por otro lado, en la enunciación puramente como un acto y que tal acto sería lo no enunciado todavía. No sería esto último en lo que pretendo indagar, más bien, sería en la enunciación no enunciada como parte negativa1 de la enunciación que sí está enunciada, y así, ambos dominios, constituirían a la enunciación como una estructura, como un todo de significación. Esto, claro está, si la enunciación es considerada desde una perspectiva más amplia. Es decir, la enunciación no sólo pensada como un concepto o noción estrictamente lingüística, sino como toda una problemática en la teoría del lenguaje —que abarque, incluso, lo no verbal—; en otros términos, como teoría de la significación. Sin embargo, para el encuadre de este trabajo, provisorio e hipotético, sería conveniente una primera aproximación hacia las zonas no enunciadas de la enunciación que constituirían, de todas maneras, lo que daremos en nombrar enunciación no enunciada.

Cuando se reflexiona en la enunciación emanada del vasto campo de la semiolingüística, pareciera que es obligado comenzar por Émile Benveniste (1977). Ciertamente, fue este gran lingüista saussureano quien sentó las bases y puso la piedra fundamental de un concepto que se volvió central en la semiótica cuando aún estaba en pleno desarrollo inicial. De allí en más, las investigaciones en semiótica siempre tienen que ver con la enunciación, aunque éste no sea el tema central que se esté abordando. Y en todas esas investigaciones donde la enunciación está concernida, de manera específica o no, Benveniste está en la base. En cada actualización de la problemática, los distintos autores cuentan con esa adquisición epistemológica, como lo refiere Michel Arrivé en su prefacio al libro de Aya Ono (2007), La notion d’énonciation chez Émile Benveniste.

El presente artículo, por su parte, se sostiene en ese haber proporcionado por dicha teoría y no se detendrá en una nueva puesta al día, luego de la ya realizada recientemente y de manera exhaustiva por Marion Colas-Blaise (2023). También en nuestro medio hispanohablante, el recuento minucioso hecho por María Isabel Filinich (2012) —y sus propuestas emanadas de análisis realizados sobre textos literarios hispanoamericanos—, aunado a la publicación tardía de una antigua y fundante entrevista realizada a Greimas (1996) en Brasil, constituyen un apoyo sólido sobre el que las presentes consideraciones pretenden esbozar una reflexión propositiva.

Volviendo un poco hacia atrás, conviene aclarar que, cuando hablo de postular una enunciación no enunciada que haga el par opuesto de la enunciación enunciada para constituir así a la enunciación como una estructura, tengo bien en cuenta que la enunciación nunca dejó de estar concebida como una estructura. Ciertamente, es una estructura bi-actancial, enunciador/enunciatario en doble presuposición, constituyente de ego, y que da lugar al yo/tú del enunciado. Pero este despliegue está realizado con la intención de poner de relieve la presencia de la subjetividad en el lenguaje, mientras que la propuesta de estas páginas sería complementarlo con otro despliegue, el cual podría realizarse poniendo énfasis en que la enunciación, además de constituir a ego y desencadenar al discurso, es un acontecimiento que surge al unísono desde la corporeidad de ego.

En este último caso, ego vendría a ser la esfera primordial husserliana que, en su complejidad soma & sema, Fontanille (2008) permitiría visualizar la ipseidad —y no sólo a idem— como uno de los rasgos propios de la identidad. Recordemos que Paul Ricoeur (1996) esgrime al sí ipse como condición indispensable para considerar a ego constituido por un extraño, un ajeno que es propio. Ese otro interior, al que apunta la identidad ipse en sema —sin olvidar que ese otro interior es también el que gestiona la sensibilidad y referencia absoluta en soma—, permitiría captar como semejante al otro externo o a otros egos de la vida social. En todo este acontecimiento semiótico, la contraparte negativa es siempre constituyente de la significación. En consecuencia, la enunciación, que es fundante de la matriz generativa de la significación, dado que es el paso del sentido amorfo al sentido articulado, no podría estar falta de lo que ella misma engendra, es decir, la negatividad.

Así, el acontecimiento de la enunciación tendría dos instancias contrarias: la que está enunciada y la que no está enunciada. (Fig. 1)

Figura 1

Instancias contrarias de la enunciación

2594-0619-tods-54-38-gf1.jpg

Evidentemente, esta categoría podría expandirse y ser examinada en su integridad donde habrían de ser analizados todos sus términos, con el fin de conducirnos mejor al contenido de cada uno de ellos, y, por ende, a la totalidad abarcadora de tal complejidad. Por lo pronto, este diagrama elemental nos permite visualizar un primer esbozo para avanzar en la presente investigación. Como consecuencia de la puesta en imagen, surge el hecho de que ésta nos da la ocasión de poner provisoriamente entre paréntesis al enunciado y ocuparnos de su instancia implícita, la que tiene lugar en otro nivel o en otra dimensión. Sin abandonar la gráfica, se advierte que los términos de esa categoría son el resultado de haber puesto en sincretismo dos puntos de vista diferentes y, esto, con el objetivo de componer la enunciación como un término complejo. Una vez instalado, se puede recuperar la enunciación como una función del lenguaje que desemboca en sus funtivos, mientras los funtivos, por su parte, constituyen la función.

Dichas perspectivas son señaladas por Marion Colas-Blaise (2023) al considerar que la enunciación enunciada comporta el punto de vista de la recepción, la cual se puede entender como el lugar que recibe la direccionalidad enunciativa y también como espacio discursivo desde donde el sujeto percibiente remonta hacia las fuentes generativas. De igual manera, reporta la autora que habría otro punto de vista que tiene que ver más bien con la producción y la gestión de la enunciación. En este último se inscribiría el movimiento enunciativo e, incluso, la enunciabilidad, términos que ella explica en el segundo apartado de la primera parte de su libro L’énonciation. Évolutions, passages, ouvertures (2023). Aquí hace referencia a un trabajo de Nicolas Couégnas y Jacques Fontanille (2017) que resulta de vital importancia para esta investigación. Por lo pronto, los dos puntos de vista quedarían ordenados de la siguiente manera (Fig. 2):

Figura 2

Puntos de vista de la enunciación

2594-0619-tods-54-38-gf2.jpg

El movimiento enunciativo, entendido como dinámica del discurso —como la energía del sentido orientada hacia la significación y de la significación hacia el sentido, como de lo informe a la forma y de la desarticulación de esta última hacia el vacío constitucional de ego—, puede dar pie a tener un enfoque sobre la enunciación que ponga de relieve su rasgo puramente relacional y en circulación continua. Esto tendría como consecuencia el avistamiento del término contrario a la enunciación enunciada, es decir, la enunciación no enunciada, pues el movimiento enunciativo iría de lo uno a lo otro. Por su parte, la enunciablilidad sería lo que va pasando gracias al propio movimiento, lo que fluye y va produciendo el sentido en distintas instancias. La enunciabilidad se va transformando desde materia enunciativa, en sustancia y forma enunciativa. Entre el movimiento enunciativo y la enunciabilidad se va creando un ambiente enunciativo en el que se desenvuelve la comunidad de egos.

2. Segundas consideraciones. Perspectiva teórico-metodológica

Antes de seguir adelante, conviene explicar las causas que están en el origen de estas reflexiones, pues ellas no son puramente inquietudes teóricas, sino que provienen de las prácticas semióticas que están inmersas en el universo sociocultural. Por supuesto que el semiotista lee el mundo desde la rejilla que ha conformado su mirada. Así, la teoría de la enunciación desarrollada en el campo epistemológico de la semiótica hizo su obra en la percepción de una problemática de vastos y muy diversos intereses.

Para dar cuenta de esas causas, es necesario indicar que hacia el final del artículo se encuentra un anexo, el cual contiene el texto utilizado para el análisis que aquí se presenta. Dicho texto ha sido extraído de un corpus consignado en la bibliografía, bajo el título de materiales audiovisuales, que puede ser caracterizado como de tipo paradigmático, ya que corresponde a una serie de entrevistas realizadas a un solo actor de la escena discursiva en calidad, digámoslo así, de entrevistado. Su apodo público es Wado de Pedro, de allí que para los efectos de este trabajo nos referiremos al caso Wado.

El corpus está integrado por nueve enlaces de internet2 que, a su vez, contienen diversos programas televisivos conducidos, en general, por el periodista Alejandro Fantino, así como otros programas que salieron en diversos medios de comunicación durante el periodo de precampañas electorales presidenciales en Argentina en el año 2023. En ese lapso, los distintos partidos políticos tenían sus contiendas internas y lanzaban a la opinión pública —a modo de prueba— ciertos miembros connotados de sus propias filas. Fue en ese ámbito discursivo donde tuvo lugar el suceso que nos ocupa. Se trata de un video breve (3 minutos con 28 segundos, que se puede encontrar en https://www.youtube.com/watch?v=naX_vC8-e6E) denominado Memoria en primera persona, realizado por jóvenes estudiantes de la carrera de cine de la Universidad Nacional de La Plata, que pasó por infolaplatatv el 24 de marzo de 2023, en ocasión del Día de la Memoria, a 47 años del último golpe de Estado cívico-militar en Argentina.

¿Qué tenía de particular una de esas tantas comunicaciones para convertirse en caso de análisis semiótico? Los rasgos fundamentales que componen esa particularidad pueden resumirse en el listado siguiente.

  1. El actor protagónico de un conjunto de entrevistas no presentaba un habla fluida en un escenario donde prima la verbalidad oral y donde la discusión de las ideas es menos importante, muchas veces, que la puesta en discurso de una retórica muy bien armada, sea estudiada o no. Recordemos que en esta estrategia discursiva, las partes del proceso que componen la última etapa de la dirección del sentido que va del destinador al destinatario son la seducción y la persuasión: una del orden de lo sensible, y la otra, del orden de lo inteligible, para llegar, así, a la manipulación /hacer hacer/ del destinatario, que es del orden de lo pragmático. En todas estas secuencias, el plano de la expresión del discurso oral —cuyas formas trabajan con la sustancia sensible del sonido que articula el aparato fonador— adquiere una tonicidad muy elevada. En consecuencia, el plano de la expresión rige al plano del contenido. Sin embargo, en las referidas comunicaciones, ese plano es el que, precisamente, muestra perturbaciones que comprometen el proceso de significación.

  2. El entrevistado era un miembro emblemático perteneciente a la organización HIJOS, y esto necesariamente imprime una carga semántica intensa provista por el plano del contenido de los enunciados verbales que circulan en la escena; carga semántica que impacta en la materia sensible del texto de las entrevistas.

  3. El entrevistado ocupaba un cargo de alto rango en el gobierno saliente, aunque aún en funciones durante el periodo en el que se realizaban las entrevistas. Se trataba de Eduardo Enrique de Pedro, ministro del Interior. Era del conocimiento público que dicho funcionario integraba en su corporeidad un componente aportado por soma, y que sema articulaba eficientemente para la estructuración de ego como entidad fenomenológica. Ese elemento, que es parte de las condiciones de posibilidad del sujeto hablante, está designado como disfemia y, en el habla coloquial, como tartamudez, haciendo quizás una imitación de las demoras, detenciones y repeticiones del sonido emitido y sus perturbaciones a la llegada del oído percibiente.

La combinación de a), b) y c) manifiesta una problemática de enunciación interesante para ser atendida y visualizada como una totalidad dinámica; no sólo en el nivel del enunciado donde el sujeto enunciante muestra falta de fluidez, sino, además, en todo el proceso que va de la enunciación al enunciado y viceversa. En esa ida y vuelta, tal sujeto ostenta que el aspecto físico, biológico, si bien tiene una existencia real, concreta, y que no deja de estar en el origen de la disfluencia o disfemia, al menos, en uno de sus orígenes, no es determinante para la ejecución de todo el ciclo. Aquí, es interesante traer a colación un comentario de Jacques Fontanille (2008) sobre la cuestión del origen: “desde una perspectiva semiótica, la cuestión del origen del discurso no tiene ninguna pertinencia; en cambio, lo que la semiótica se plantea es la forma de la intencionalidad” (p. 82). La dinámica enunciativa sugiere por sí sola la posibilidad de constituir un objeto de observación que, como hemos dicho, se llamará caso Wado (utilizando el sobrenombre con el cual se designa coloquialmente al ministro) y, desde allí, revisar la estructura de la enunciación a la que sólo se le ha hecho emerger el término positivo, es decir, el de la enunciación enunciada.

Es el propósito de estas reflexiones destacar el término negativo (Badir, 2011)3 como una posibilidad de liberarlo de su propia negatividad al analizarlo e indagar en él y considerar que es un componente que no ha dejado de estar ahí. Ha sido la aplicación de un cierto punto de vista teórico-metodológico sobre la problemática de la enunciación, que únicamente ha privilegiado el campo de presencia del fenómeno enunciativo. La misma actitud científica ha dejado en la sombra, para la inteligibilidad y la hermenéutica de las distintas ocurrencias, lo que no entra en ese campo.

El caso Wado sugiere enfáticamente elevar de esa suerte de bajo relieve enunciativo y poner, como su contrario, en el mismo nivel del eje semántico lo que no entra en el campo de la enunciación enunciada, porque eso que queda por debajo, y es su contrario, no está excluido por ella de manera absoluta, dado que, entre lo enunciado y lo no enunciado, habría un flujo continuo de sobredeterminaciones alternas entre lo uno y lo otro. Entonces, la enunciación que los reúne sería más bien un movimiento enunciativo, tal como lo habíamos visto más arriba. Esto sería así si aceptamos que la enunciación es un acto de lenguaje poseedor de un proceso que le es inherente, con su tempo y ritmo propios, tonicidad y corrientes de la foria, subdimensiones de la intensidad que necesitan de la temporalidad y la espacialidad para terminar de manifestarse.

La siguiente gráfica, inspirada en el modelo de la dinámica del discurso de Fontanille (2001), permite explicar cómo funciona el movimiento enunciativo que siempre está en un proceso generativo del sentido y de la significación que lo articula (Fig. 3).

Figura 3

Movimiento enunciativo 1

2594-0619-tods-54-38-gf3.jpg

Fuente: elaboración propia con base en Fontanille (2001).

Cualquier segmento del enunciado —por lo tanto, enunciación enunciada— que se escoja está en un modo de existencia realizado, el cual constituye un campo de presencia (marcado con un recuadro en el diagrama) tanto para el sujeto enunciante, ego en soma & sema, como para el sujeto percibiente en ese acontecimiento enunciativo, que también es ego constituido de igual manera. Dicho enunciado, de la extensión que sea, ha pasado de lo que está fuera del campo de presencia —que reconocemos como el modo virtual, propio del sistema semiótico— a estar dentro del mismo. Para ello, tal secuencia del movimiento enunciativo ha cruzado la frontera del campo mediante el modo actual, resultado del proceso de actualización. Es allí, precisamente, donde ego, en virtud de la corporeidad que lo conforma, se posiciona, y actualiza —diríamos por ejercicio del acto de lenguaje— las formas de ambos planos del signo (figuras en tanto aún no terminan de correlacionarse) provistas por el sistema, y las manifiesta hacia una instancia de realización donde confluyen e interactúan distintas realizaciones. Una reflexión de Raymundo Mier (2011) nos parece ilustrativa a este respecto:

El lenguaje, asimismo, condensa las tensiones entre la potencia ostensiva de los signos, capacidad de nominación, la composición y la síntesis de la memoria y deseo expresadas como cohesiva imaginación (el fundamento de la gramática), y la génesis de un reconocimiento del entorno a través de la calidad alusiva (señalar lo ausente) inherente al lenguaje (p. 224).

En la secuencia de la enunciación que se ha logrado realizar o enunciar finalmente, algunas figuras no han pasado al nivel del signo; no han alcanzado el punto de correlación entre lo sensible y lo inteligible, pero otras figuras sí se han convertido en forma y arrastran a las que todavía no han alcanzado plenamente su forma. Esto quiere decir que el paso de un modo actual del discurso hacia el modo realizado no es homogéneo y que el movimiento enunciativo atraviesa una frontera que impone sus dificultades y deja su impronta en el enunciado en ciernes. Por lo tanto, el campo de presencia que constituye la enunciación enunciada no es uniforme y presenta muchas variantes. Como parte de éstas, las formas que sí llegan a concretarse son reconocidas por ego en la medida en que le dan anclaje en su aquí y ahora, en su identidad compleja y en su interrelación con otros egos.

Las formas estabilizadas siguen la dirección del sentido y encuentran su lugar en el acervo del sistema; éste sería el modo potencial del movimiento enunciativo. En esta zona de la trayectoria, todas las condiciones de posibilidad enunciativa están dadas. Es lo que podemos llamar la competencia semiótica de ego, la cual siempre está a su disposición, pero pasa a estarlo de una manera más tónica y con un tempo menos lento en cuanto ego toma una posición frente a ella. En este último caso, el modo potencial se convierte en virtual y ego entra en un proceso de selección entre una y otra forma (todavía en calidad de figura), de tal manera que una de las dos magnitudes permanece en el fondo potencializado mientras que la que ha sido seleccionada emergerá hacia la próxima fase. Entre lo potencial y lo virtual se pone en juego una dinámica reorganizativa en función del encadenamiento de modalidades que ego despliega en la actualización, todas ellas regidas por el /querer enunciar/ y el /querer hacer-ser el enunciado/, lo cual implica el deseo del enunciado como objeto de valor para ego.

En el estadio virtual, toda la competencia semiótica se encuentra de cara a la actualización y en espera de ser convocada por ego y pasar así al modo realizado. No obstante, en la espera, la actividad no se detiene y el proceso de selección sigue haciendo emerger ciertas formas y enviando otras hacia un fondo cuyas profundidades pueden tener distintos niveles, de tal manera que algunas de ellas pueden adquirir la apariencia de haber desaparecido. Esto se advierte mejor cuando emergen formas desde el abismo potencial que parecían no haber tenido existencia alguna.

Esa fluctuación, que podríamos llamar vertical y que ocurre en el modo virtualizado, no hace perder la direccionalidad del sentido, cuyo ímpetu busca llegar a la realización del enunciado. Este último, por su parte, tiende a explayarse en la dimensión extensiva, que el imaginario diagramático de la teoría visualiza en la horizontalidad. Como se puede apreciar, la energía semiótica, con sus tensiones y distensiones, sus fluctuaciones y cambios de modos de existencia, siempre se mantiene en un impulso durativo hasta llegar a la terminatividad del auge: la enunciación enunciada, pero tal fase terminal lo es sólo de un ciclo y en realidad significa un remanso en la corriente, dado que, como hemos visto más arriba, ese campo de presencia es también la dimensión de donde surge la potencialización. Allí, se inicia un nuevo ciclo.

De lo dicho hasta aquí, se desprende que la enunciación enunciada tiene lugar en la existencia semiótica y, en consecuencia, en el universo de la comunicación humana, porque se sostiene en su relatividad constitutiva haciendo par con la enunciación no enunciada. Para terminar de redondear este punto, lo que falta es volver a la categoría inicial propuesta en el comienzo de este artículo; ahora, es necesario desplegarla en la gráfica del cuadrado semiótico. La finalidad de este despliegue es la de visualizar allí, y mediante esa sintaxis, cuál es, precisamente, el lugar que la enunciación no enunciada ocupa en uno de los modelos clásicos de la estructura elemental de la significación. Ese lugar sería fruto de una trayectoria que pasa necesariamente por sus contradictorios radicales, los enlaza y emerge. Este ejercicio tendría que permitirnos, además, dilucidar qué es lo que se opone a la enunciación como entidad compleja integrada por lo enunciado y lo no enunciado. Veamos cómo ello ocurre (Fig. 4):

Figura 4

Complejidad de la enunciación

2594-0619-tods-54-38-gf4.jpg

Iniciemos, pues, el recorrido por el término positivo, que es donde la lectura del cuadrado inicia habitualmente, aunque podríamos hacerlo también por el término contrario. ¿Cuál es en este contexto lo que se opondría absolutamente a la enunciación enunciada? Evidentemente, ello sería lo que pertenece a las virtualidades del sistema semiótico, cuyo modelo ejemplar es el de la lengua. De allí que el modo virtual de la existencia —de todo enunciado— resulta ser lo que es capaz de implicar, como presupuesto, a lo no enunciado, indicándolo como tal y posicionándolo, así, frente a ego. En consecuencia, tendríamos trazada una primera trayectoria y una dirección en la sintaxis. Si, desde esta posición ya adquirida, quisiéramos hacer aparecer en el diagrama a la magnitud absolutamente opuesta a lo no enunciado, salta a la vista el modo actual, ya que este estadio presupone una salida de lo no enunciado en la medida en que la enunciación comienza a darse, está siendo, y se encamina hacia lo enunciado (la enunciación enunciada), término al que va a implicar como lógico presupuesto por fuerza de pulsión enunciativa.

De acuerdo con la lectura anterior, la instancia de la enunciación queda confirmada como una entidad compleja integrada por sus relaciones de dependencias internas. A partir de este arribo a una primera conclusión del razonamiento, se puede extraer otro beneficio para la consecución del problema planteado, y es que, como va de suyo, lo que se opone a la enunciación es la no enunciación, lo cual viene a ser el estado potencial que, estando en la zona negativa de la estructura, se compone de lo que no es actual ni es virtual, fondo potencial, en suma, con el que ella hace de par contrario. Al no constituirse, ni con el contradictorio de la enunciación enunciada ni con el contradictorio de la enunciación no enunciada, el estado potencial se instituye en una instancia semiótica neutra para la enunciación en su totalidad. Entiendo aquí neutro como la suma de potencialidades del sentido, aquello que el sistema atesora para ser entregado permanentemente.

3. Terceras consideraciones. Ejercicio de análisis

En este punto, es necesario recurrir al texto que, como se ha dicho, fue extraído de un corpus integrado, fundamentalmente, por entrevistas periodísticas audiovisuales. No está de más recordar que un corpus no es una simple recopilación de datos, sino que, por el contrario, es un conjunto ordenado de objetos percibidos que, a su vez, provienen de un dominio semántico heterogéneo, tanto provisto por un universo sensible como inteligible. Para los efectos de la presente investigación, es útil tener en cuenta que ha sido este dominio heterogéneo el que ha provocado la revisión de una problemática tan cara a la teoría semiótica como es la de la enunciación. Es desde aquí que se ha focalizado esa materia amorfa para confeccionar un corpus y, desde este último, se ha constituido un texto escrito.

Por lo tanto, el texto sometido al análisis es el resultado de un proceso de construcción en el que intervienen dos procedimientos: selección y descarte. Para llevarlos a cabo, se aplica un criterio rector o, en su defecto, la confluencia de varios a la vez. Para el caso Wado, los criterios han sido los siguientes: eficiencia representativa del corpus en su totalidad y la mayor brevedad posible, adecuada y necesaria para la elaboración, no de una obra extensa, sino de un ensayo como es éste. Que el texto de análisis sea de extensión reducida responde a un doble motivo: por un lado, aquí se trata de hacer una transcripción del oral al escrito y, por otro lado, la transposición de un soporte sensible a otro tiene que ser lo menos costoso posible en cuanto a trabajo técnico, para asegurar así la inteligibilidad del producto.

Entonces, el texto que se presenta fue elegido por cumplir con los requisitos mencionados y por ser, además, una entrevista corta que existe, providencialmente, en el elenco de las otras. Esto redundó en beneficio de poder anexar una secuencia completa sin tener que reducirla para los efectos prácticos. Así, el texto de referencia es parte de la totalidad en la que ella se ve representada y siempre se puede recurrir a la totalidad contextual con el fin de ampliar el conocimiento y la comprensión de las distintas magnitudes en cuestión. Con esto quiero decir que el caso Wado es denso y amplio y que apenas podemos asomarnos a él. Cierto, de lo mínimo del texto construido podemos extender conexiones hacia diversas secuencias internas del corpus, así como a otros elementos externos que se pueden internalizar por necesidad o convocación del propio análisis, cuya isotopía rectora es lo no enunciado, formando parte estructural de la enunciación y del enunciado.

El contenido del Anexo, como se puede constatar, es en realidad un relato donde el que toma plenamente la palabra asume el rol del entrevistado. En el texto visual, que también se puede constatar siguiendo la liga en internet, el sujeto hablante aparece solo en la pantalla, y el formato, tanto del audiovisual como de la transcripción escrita, da a entender que se trata de la respuesta a una pregunta. Dado que el relato es autobiográfico y está encuadrado dentro la organización H.I.J.O.S. a la que el entrevistado pertenece, además de estar fechado el 24 de marzo de 2023, se infiere que la pregunta está relacionada con la conmemoración del golpe de Estado acaecido el 24 de marzo de 1976 en Argentina; acontecimiento éste con el que el ministro —quien en el momento de la entrevista cumplía sus funciones— está vitalmente vinculado.

El primer sintagma-respuesta del entrevistado es el siguiente:

En lo personal, eh, fue muy duro.

Ese eh se repite doce veces y comparte su carácter repetitivo —que en la ocurrencia puede ser catalogado como una muletilla— con otras formas que no son precisamente muletillas, sino demoras y también repeticiones al comienzo de las palabras. Esto último es lo que en el habla de uso común se conoce generalmente como tartamudez. La definición de la disfemia señala este rasgo junto con otros a los que no da menor importancia, como, por ejemplo: habla discontinua, grandes pausas, repeticiones de palabras, expresión verbal interrumpida, ritmo desigual, alargamientos fónicos, demoras al comienzo de las palabras, inicios de frases o palabras sin terminar, etcétera.

Todo lo anterior se resume en un denominador común que es falta de fluidez en el habla; es decir, la existencia de una enunciabilidad que no se desliza adecuadamente hacia la realización, como es esperado tanto por ego como por los otros egos que conforman la comunidad semiótica en interacción y que están prestos a ser parte del movimiento enunciativo, el que sí se logrará de algún modo por impulso de la energía semiótica. Dicho de otra manera, el mencionado rasgo común de la disfemia puede describirse, también, como un exceso de intensidad y densidad en el pasaje hacia la manifestación donde tiene lugar, en la extensidad, el campo de presencia de lo enunciado. Lugar también donde el desembrague, propiciador de la esquicia creadora del lenguaje, termina de producirse y permite a ego tomar como recurso su identidad ipse para la captación analógica de otro y de otros: aprehensión analogizante que se revierte en espejo hacia los otros egos que, por su parte, y desde su ipseidad reconocerán al sujeto enunciante.

En el anexo, sobre todo si el lector consulta al mismo tiempo la transcripción de la entrevista con el enlace del audio, podemos advertir distintos tipos de la falta de fluidez en el habla del entrevistado. No es nuestro asunto hablar de la disfemia, ni como síntoma ni sobre las causas que la determinan, si bien el entrevistado, en otras secuencias del corpus, habla de ellas refiriéndose a componentes hereditarios, psicosomáticos y golpes de afect en su estructura personal (en lo personal, dice) que son del conocimiento público e histórico. Sólo nos referimos a la disfemia porque es un dato que ofrece mayor inteligibilidad al caso Wado, el cual nos conduce, a su vez, hacia una mayor comprensión de la enunciación; entendida ésta como una problemática semiótica susceptible de abarcar la no-enunciación, la enunciación enunciada y la enunciación no-enunciada.

Para continuar con estas consideraciones, es necesario regresar al diagrama anterior del movimiento enunciativo, con el fin de modificarlo y ajustarlo por necesidad de la propia argumentación. He aquí la nueva gráfica (Fig. 5):

Figura 5

Movimiento enunciativo 2

2594-0619-tods-54-38-gf5.jpg

Como se puede observar, este dispositivo ha sido intervenido abriendo una brecha en el modo actual de la existencia semiótica, justo en la secuencia que se podría considerar que es la que está más atenida a la conceptualización de acto, acto de lenguaje, y que —supuestamente— pone en acción lo que no lo estaba; es decir, que se encontraba en un estado más o menos detenido, en un fondo estático del mecanismo del lenguaje (nada más lejos de esta propuesta) y que el acto pone al día en la temporalidad y en la espacialidad del sujeto hablante. Este último, cuyo estatus ontológico es siempre dificultoso y propiciador de confusiones entre el ser de lenguaje y el ser en el mundo, es el que en su doble actancialidad haría pasar aquello que es del orden de lo implícito a lo explícito.

El diagrama hace ver que la frontera, que separa a la enunciación enunciada de lo que no lo es, viene a constituir una zona amplia, y que el modo actual no es sólo un lugar de mediación donde apenas hace pie el proceso de actualización que proviene del modo virtual. Antes bien, pareciera que, en este proceso, por efecto de la apertura, el hacer pie no es sólo para un breve asentamiento que mantenga el impulso del movimiento hacia adelante, sino, además y al unísono, un apoyo para que, gracias a la posición y el ímpetu, la dirección vaya en ascenso hacia el estado potencial y retrotraiga de allí formas que ya estuvieron realizadas en otros enunciados anteriores y que, ahora, cobran nueva presencia a manera de memoria. El ejemplo que sigue, extraído de la entrevista, es ilustrativo:

Después, por gestiones familiares, me devuelven, perooo estamos anteee, ah, un he…

un hecho más de los miles de hechos en Argentina que pasaban en la dictadura

Aparte de los alargamientos fónicos y de las demoras con repeticiones al comienzo de las palabras, que aparecen en este párrafo, se encuentra una interrupción repentina marcada por ah, y luego la ilación de la frase continúa con una repetición incluida: un he... un hecho. Tal ah pareciera referir a una figura que no estaba virtualizada y presta a ser actualizada; más bien, tiene el aspecto de un asalto de la memoria que oscila entre un querer o un deber decir o las dos cosas a la vez, o un encabalgamiento entre ambos, con el fin de sobredeterminar al sujeto enunciante para que diga tal o cual cosa, sin que quede manifiesto en el enunciado cuál era, precisamente, el contenido de esa expresión.

Sin embargo, por lo que sí aparece en el enunciado, se puede inferir que las modalizaciones susceptibles de actualizar ese ah tienen relación con un hecho más de los miles; esto es, lo que interrumpe el pasaje y que no logra más que un enfático monosílabo es el querer quitarle individualidad o exclusividad al propio programa narrativo del enunciante y, más bien, querer incorporar ese programa a la narratividad, donde éste se enlaza con otros, distintos y semejantes, cuya característica común es la pérdida del objeto de valor y de deseo.

Evidentemente, lo que permanece en lo potencial, lo que no logra actualizarse y manifestarse, depende, además de lo insondable de su mismo abismo, de un conflicto que interrumpe el pasaje y el fluido discurrir de la enunciabilidad, aunque, como se puede apreciar, la enunciación —por efecto del movimiento enunciativo general— termina siendo enunciada.

Así, en esa zona del modo actual habría figuras (formas en proceso) y formas (figuras manifiestas gracias a la semiosis) en conflicto, ya sea entre sí o en el interior de ellas mismas. En este interregno, las direcciones están encontradas como aparece consignado en la gráfica, porque algunas formas que ya están pisando la frontera hacia lo realizado dan la impresión de volver hacia atrás, hacia el estado virtual, lo cual es imposible en virtud del proceso de desembrague estructural, que es el aliento incoativo del movimiento enunciativo. Lo acontecido ha ocurrido. Un ejemplo de lo que estamos diciendo aparece al final del anexo:

cooometieron el genocidio en Argen… en Argen… en Argen… en Argentina

De las tres repeticiones que se observan aquí arriba, no se sabe cuáles quedan en estado de figura ya que las partículas, emplazadas por el hablante en la dimensión extensiva, no parecen haberse correlacionado eficazmente con la dimensión intensiva y, así, la significación del último término que sí logra pasar a la enunciación enunciada cumple la función de implicar a las tres figuras anteriores y completarles, retrospectivamente, un sentido articulado, porque, si bien habría un fondo modal (¿no poder, no creer, no saber, no deber, no querer…?) que intercepta el pasaje, la forma —finalmente manifiesta— enlaza a las tres magnitudes previas y les otorga espacialidad; con ello, les otorga igualmente la temporalidad precisa que sólo era general al principio de la frase.

Con lo anterior, se demuestra que el término que sí logra realizarse estaba ya en la virtualidad del sistema y que es en la secuencia del modo actual donde el conflicto toma su lugar y la forma, en vez de terminar de consolidarse, se desforma. Los tres argen son efecto de la actualización, propia del movimiento enunciativo, que deja caer una tonicidad demasiado tónica sobre el curso de la enunciabilidad, y ésta parece ir a contracorriente hacia lo no enunciado, pero la frontera ya zanjada no lo permite, lo cual correspondería al primer argen. En cuanto al segundo, estaría en el punto máximo de confrontación de las dos corrientes, la que iría río arriba y no puede; la que iría río abajo y se detiene en la frontera entre lo no enunciado y lo enunciado; esto es, entre lo que está fuera del campo de presencia y lo que está dentro de él. Por su parte, el tercer argen, si bien se demora, prepara su transformación hacia completar el término que manifestará el enlace entre expresión y contenido, lo cual, para la estructura tensiva, sería la correlación entre las dos dimensiones semióticas que hace emerger la significación como valor.

El conflicto entre figuras y formas, que abre un espacio en el modo actual, tiene la virtud de poner en escena la enunciación no enunciada y la enunciación enunciada, formando parte del mismo movimiento enunciativo que no cesa. Otra constatación la ofrece el siguiente párrafo:

… digamos… Y después, el después, ¿no? Y digo el después…

En este fragmento de la entrevista ocurre bajo la aparición de digamos, digo, de manera providencial, el “yo digo que” implícito en el enunciado que ha dado lugar a la teoría de la enunciación desde sus inicios. También aquí ese sintagma ejemplar está implicado y en otro nivel o, mejor dicho, en otra dimensión de la totalidad del movimiento enunciativo que genera la estructura. Lo interesante es destacar que “yo digo que”, bajo otros lexemas semejantes, puede ser contabilizado en cuatro repeticiones, la primera de las cuales está en plural, digamos, para no dejar de incluir en ego ese actante que hace de par contrario al enunciador, es decir, el enunciatario. Así tendríamos:

Yo digo que

…digamos…

… y digo…

Entonces, la instancia de la enunciación, que está sosteniendo a todo el texto, hace dos incursiones distintas en el enunciado, las que muestran, si bien siempre para constituir a ego, dos niveles distintos con contenidos igualmente diferentes. Antes de esos dos niveles, habría un nivel básico y común a los dos, que es el del yo digo que, descrito como una suerte de capa de mil hojas constituida por la misma materia. Ésta sería la enunciabilidad, que atraviesa las distintas capas bajo una figura distinta y que constituye, siguiendo la lógica de las implicaciones, a su vez, otro yo digo que, el cual sostiene en profundidad, y haciendo de presupuesto, a tal enunciado.

El primer nivel, que constituiría una suerte de desembrague del yo digo que, de base, responde a la ipseidad del sí mismo como otro: digamos, yo y el otro soy, puesto que ese plural no es sólo el “digamos nosotros” de la comunicación que, a manera persuasiva, invita al destinatario a sumarse al acto de decir y a su consecuente contenido, función que cumpliría más bien el ¿no? ahí cercano y que también se repite tres o cuatro veces en la entrevista. La intencionalidad que proyecta ese primer nivel es reafirmar una identidad ipse, la cual se mantiene y permanece en la intensidad, apuntando hacia el fondo potencial, hacia allí desde donde provienen las condiciones de posibilidad para una enunciación completamente realizada.

El segundo nivel, constituido por …y digo…, se desenvuelve en otra dimensión y tiende a constituir una identidad que recoja, dándoles coherencia, distintas parcelas —semejantes y diferentes— de otras identidades provisionales a lo largo de la narratividad del sujeto enunciante, quien por similitud encuentra sus análogos. Es la identidad idem por medio de la cual ego se reconoce como el mismo de siempre y que presenta, igualmente, figuras y formas en conflicto en la fase del aquí y ahora, actualización que debería empujar el ímpetu, la energía orientada, hacia el objeto de valor y de deseo: la enunciación enunciada. Pero, en lugar de ello, la actualización aporta nuevas repeticiones que parecen reenviar el sentido hacia el fondo potencial sin pasar por la realización: Y después, el después, ¿no?… Y digo el después…

El primer después de esa serie parece absorber y resumir otros dos anteriores que están más arriba en la entrevista, los cuales son:

  1. con significado de con posterioridad al hecho de haber sido apropiado (término este último que es también repetido y demorado) por alguna familia de militares, o sea, después me devuelven.

  2. con significado de además de esa situación, a continuación de esa situación, y después toda la… (la frase no concluye, no se sabe qué es lo determinado por el artículo femenino).

Esas dos magnitudes, anteriores a la serie que estamos considerando ahora, se ordenan en la temporalidad —sobrellevando, cierto, una intensidad tónica— y parecieran preparar, gracias a la conjunción, al primer elemento de esta serie y después en una secuencia narrativa; sin embargo, el segundo después: el después, interrumpe la lógica de las conjunciones para abrir un lugar preciso encabezado por el artículo, lo cual quedaría así: el espacio del después.

Así, el segundo después prepara al tercero, el cual ya está otra vez en el circuito del movimiento enunciativo (Y digo) que reenvía, a la zona de la enunciación no enunciada, la posibilidad de que el objeto sobre el que recae este último después entre en el campo de presencia, es decir, de la enunciación enunciada. Ciertamente, al no estar enunciado el objeto del después, su contenido es inaprehensible y no se puede saber qué cosa es; claro, sí se sabe que ese después marca dos temporalidades separadas por un acontecimiento de intensidad extrema y una carga semántico-afectiva que pone a prueba la estabilidad de la estructura de ego. Tampoco se puede saber a qué determina el artículo la, pues éstas y otras magnitudes permanecen en estado de figura o de formantes, y se mantienen en conflicto. De todos modos, la enunciabilidad pasa, porque otros formantes sí toman forma y arrastran a los que quedaron en proceso. Por lo tanto, el movimiento enunciativo continúa su circuito cumpliendo los distintos estadios. Aquí es fundamental tener en cuenta otra causa que hace pasar la enunciabilidad e impulsa la realización de la forma: la emoción, que Herman Parret (1995) denomina el operador de fuerza, dándole así un lugar central en la performatividad de los actos de lenguaje.

Como conclusión provisoria de estas consideraciones, puesto que el análisis debería continuar en otro ensayo, hago las siguientes puntualizaciones, no sin antes aclarar que el caso Wado, portador de disfemia, podría ser complementado con el estudio del lapsus realizado por Jacques Fontanille (2008). Aunque son experiencias subjetivas diferentes, la tartamudez y el lapsus comparten algunas características de perturbación enunciativa que pueden servir de contraste, e, incluso, pueden ser visualizadas en un mismo dominio como dos comportamientos discursivos enfáticamente opuestos. Una investigación de largo aliento sobre la problemática aquí expuesta podría abarcar —además de los casos ya mencionados— también al autismo, considerado otro espacio enunciativo donde la enunciación no enunciada sostiene la significación.

Las figuras y formas en conflicto, propias del proceso de actualización, mismas que provienen de lo virtual y aún de lo potencial, siguen el impulso para pasar de lo actual a lo realizado y lograr así la enunciación enunciada; sin embargo, ésta no siempre se realiza o, por lo menos, no con el mismo grado de completud ni de la misma manera. Lo importante es que, en el enunciado manifiesto, los objetos del decir van apareciendo y el texto de la entrevista analizada alcanza a convertirse en un relato de vida, en una respuesta para la pregunta del entrevistador, quien —como lo dijéramos— no está en el campo de presencia. Su ausencia no impide que esté implicado, así como el contenido de su cuestión queda develado en su calidad de presupuesto. Entonces, la enunciación, en su aspecto de estructura biactancial y de su función subjetivante en el discurso, se consolida en la medida en que ego, en soma & sema, compone su doble identidad y la vincula con el centro autorreferencial de sensibilidad absoluta. Toda esta armadura está sostenida por la enunciación no enunciada. Surge aquí la pregunta: ¿cómo ello ocurre? Las gráficas presentadas en estas páginas son elocuentes en ese sentido, pues permiten la intelección del movimiento enunciativo, el cual, en su proceso generativo del discurso, por ende, del sentido y la significación, va constituyendo una zona —entre lo potencial y lo virtual— que implica a la enunciación no enunciada, cuyo contenido no se puede enunciar. Pero no solamente porque ese no poder enunciar forme parte de una red de modalizaciones negativas que refieran, señalando u ocultando, un contenido preciso que respondiera a la pregunta qué es, cuál objeto es, por qué, ni tampoco porque haya algún tipo de condición del orden psíquico o físicobiológico en el aparato fonador del sujeto hablante, que comprometa el plano de la expresión de la forma manifiesta. El contenido informe e inasible de esa zona sería lo inenunciable y hace crisis en la actualización donde figuras y formas entran en conflicto y lentifican la enunciabilidad.

Así, por condición propia del movimiento enunciativo, a la enunciación no enunciada le es inherente la imposibilidad de ser dicha, puesta en escena y actuada en el enunciado como ocurre con la enunciación enunciada. Su aporte a la instauración de ego no es en cuanto a la instauración positiva de la subjetividad biactancial, sino, más bien, al señalamiento del vacío que la constituye, ahí, precisamente, donde se propician los enlaces y desenlaces. Por ello mismo, la correlación entre la enunciación no enunciada y la enunciación enunciada es del orden de la inmanencia semiótica.

Referencias

1 

Badir, S. (2011). Contrarieté et contradiction. Actes Sémiotiques, (114). https//doi.org/10.25965/as.2592

2 

Benveniste, E. (1977). Problemas de lingüística general II. México: Siglo XXI.

3 

Couégnas, N. y Fontanille, J. (2017). L’Énonçabilité des mondes du sens. Actes Sémiotiques, (120). https://doi.org/10.25965/as.5868

4 

Colas-Blaise, M. (2023). L’énonciation. Évolutions, passages, ouvertures. Colección Sigilla. Lieja: Presses Universitaires de Liège.

5 

Filinich, M. I. (2012). Enunciación. Buenos Aires: Eudeba; Universidad de Buenos Aires.

6 

Fontanille, J. (2001). Semiótica del discurso. Lima: Ulima.

7 

Fontanille, J. (2008). Soma y Sema. Figuras semióticas del cuerpo (D. Blanco, trad.). Lima: Universidad de Lima.

8 

Greimas, A. J. (1996). La enunciación. Una postura epistemológica. Puebla: ICSyH-BUAP.

9 

Mier, R. (2011). Ingeborg Bachmann y el sujeto de la tragedia. Quebrantamiento y silencio. En M. Stopen (coord.), Sujeto. Enunciación y escritura. México: UNAM.

10 

Ono, A. (2007). La notion d’énonciation chez Émile Benveniste. Limoges: Lambert-Lucas.

11 

Parret, H. (1995). De la semiótica a la estética. Enunciación, sensación, pasiones. Buenos Aires: Edicial.

12 

Rastier, F. (2007). Signo y negatividad. Tópicos del Seminario, 18.

13 

Ricoeur, P. (1996). Sí mismo como otro (A. Neira Calvo, trad.). México: Siglo XXI.

Referencias de materiales audiovisuales

14 

A24com (2023, 13 de junio). Wado de Pedro y Lamothe en un video que criticaron en las redes [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=FRZOMCCynOA

15 

América TV (2023, 23 de mayo). Wado de Pedro responde a los dichos discriminatorios de Gabriel Levinas sobre su tartamudez [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=uKlelI7oNPA

16 

Chaves, F. (2023, 26 de mayo). Eduardo “Wado” De Pedro, en La entrevista informal: “La hija de un militar que asesinó a mi madre me cruzó en la calle y me pidió perdón” [Video ]. Infobae. https:// www.infobae.com/reportajes/2023/05/27/eduardo-wado-de-pedro-en-la- entrevista-informal-la-hija-de-un-militar-que-asesino-a-mi-madre-me- cruzo-en-la-calle-y-me-pidio-perdon/

17 

Eldoce (2021, 16 de noviembre). Wado de Pedro se refirió a su tartamudez: qué es, mitos y causas [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=95dR3MhfzNs

18 

Infobae (2023, 27 de mayo). Wado de Pedro sobre crecer sin sus padres, asesinados en la dictadura [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=OTwQcrThui0

19 

InfoPlata TV (2023, 24 de marzo). Wado de Pedro: “Me salvé de las balas porque mi mamá se puso encima mío en la bañadera” [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=naX_vC8-e6E

20 

Neura Media (2023, 29 de mayo). Wado de Pedro con Ale Fantino - Mano a Mano | Multiverso Fantino [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=QiOOkU0XFTw

21 

Radio con Vos (2021, 16 de diciembre). Eduardo “Wado” de Pedro habló de su tartamudez en Radio Con Vos [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=vmU2ivKH5do

22 

Streaming Registrado (2021, 16 de diciembre). La emoción de Wado de Pedro en el Congreso de la Tartamudez [Video ]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=1v9C3EeeZHw

Notes

[1] “Así, la ausencia como presencia negada (en términos lógicos) o inhibida (en términos psicológicos), permanece en el fundamento de la actividad del lenguaje, ya que toda enunciación supone en cada elección de un signo la exclusión de signos del mismo paradigma que podrían ocupar el mismo lugar” (Rastier, 2017). Recomiendo la lectura de todo el número de Tópicos del Seminario dedicado a Significación y negatividad.

[3] En su artículo, Badir (2011) afirma: “Si bien es cierto que en el cuadrado semiótico la contrariedad y la contradicción están presentes como dos formas de negación, la posibilidad de comprender cómo la contradicción y la contrariedad pueden coexistir en una estructura elemental se debe, a mi juicio, por la emancipación de esas relaciones con respecto a la negación” (traducción propia).

 

Acerca de la autora

Luisa Ruiz Moreno realiza investigación y docencia como integrante del SeS/VIEP en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y de la Academia Mexicana de Ciencias. Se dedica a diversas cuestiones de la teoría semiótica general con aplicación a textos verbales y no verbales. Su último libro publicado es De la corporeidad. Reflexiones semióticas, Lépez Vela Ediciones, México, 2024. Su colaboración más reciente en Tópicos del Seminario fue “Los lugares y el espacio”, núm. 47, 2022. Actualmente, trabaja en la problemática de las dimensiones semióticas.

 

WADO DE PEDRO

“Me salvé de las balas porque mi mamá se puso encima de mí”

Fuente: https://www.youtube.com/watch?v=naX_vC8-e6E

En lo personal, eh, fue muy duro. Primero perdí a mi padre en abril del año 77. Eh…, tenía cinco meses más o menos, después, en octubre del 78, asesinan, o secuestran y asesinan, o asesinan y secuestran, el cuerpo de mi madre, Lucila, embarazada de ocho meses [… ] y medio, en término. Ahí se produce un tiroteo muy fuerte en la casa donde estábamos viviendo nosotros. Eh. Yo me salvé de las balas por el cuerpo de ella en la bañadera. Ella me refugia en la bañadera y se pone encima.

Me tocó en el año 96. Fui a [… ] a la casa donde [… ]

Le toqué el timbre a la vecina, de la casa donde fue el operativo, y [… ] me dejó pa…, me dejó pasar a la casita del fondo, eh, y está el baño todavía con tiros en la puerta. Entonces, digo, cuando yo veo esooo, eh, veo lo que pasé. Eh… Fue muy duro. Seguramenteee, de ahí, a mí me secuestran. Estuve apro… apropiado por…, apropiado por alguna familia de militares por unos meses. Después, por gestiones familiares, me devuelven, perooo estamos anteee, ah, un he… un hecho más de los miles de hechos en Argentina que pasaban en la dictadura, donde, eh, donde se vive mal, se vivió mal, y después toda la … digamos… Y después, el después, ¿no? Y digo el después…

H.I.J.O.S.

[aparece en la pantalla, 2’08 ]

Cuando me vine a Buenos Aires a estudiar, ahí, ehmm, pude ver, quizás en el año 95, el surgim… el surgimiento de H.I.J.O.S.

Eso, no lo tenía, eh, no lo tenía dimensionado como unaaa actividad política, sino to tenía, eh, dentro de las necesidades personales, ¿no? Luego… Ten… Tenía la intención de compartir con otras personas, con otros pibes y otras pibas que habían perdido a sus padres. Tenía ganas de compartir: primero las expeeeriencias personales, y, después, tenía ganas de… de ver cómo podíamos hacer para que deje de haber impu… impunidad en la Argentina. ¿No? Digo. Me parece que, eh, pelear contra una injusticia, yo entendía y sigo muy conven…ciiido, digo, o sigo pensando que es muy difícil tener una demooocracia firme sin una base sólida. La base es y serán siempre los juicios a los que… cooometieron el genocidio en Argen… en Argen… en Argen… en Argentina.