Teniendo en cuenta la orientación semiótica de Tópicos del Seminario, me propongo presentar el marco pragma-enunciativo de la teoría del punto de vista (en adelante PDV), inscribiéndolo en un marco trans-semiótico, para mostrar cómo ciertos fenómenos que estructuran la organización de la referenciación lingüística pueden utilizarse para analizar la representación icónica, además de estar articulados con fuentes o soportes enunciativos que son centros del punto de vista. Estas hipótesis serán confrontadas sucesivamente con el estudio de discursos verbales (1) y de documentos verbo-icónicos (2) o puramente icónicos (3).
Siguiendo a Ducrot (1984), distingo al locutor del enunciador. El locutor (L) es la instancia que produce los enunciados primarios (L1), o que reporta/representa enunciados secundarios representados/reportados por un locutor segundo (l2) en su propio discurso (Rabatel, 2003). Contrariamente a Ducrot, sin embargo, considero que L, incluso bajo su forma de locutor en tanto que tal, lejos de ser una instancia soporte desencarnada de las operaciones enunciativas, está dotada, la mayoría de las veces, de un cuerpo —con sus dimensiones prosódicas, multimodales, sensoriales, emocionales— y de una historia (Rabatel, 2017, p. 44). En cuanto al enunciador (E), es la fuente proyectiva, imaginaria, abstracta o encarnada, al menos modalizada, de los puntos de vista primarios o secundarios, referidos a E1 o e2 —la mayúscula y el dígito 1, la minúscula y el dígito 2, codifican respectivamente las instancias primera(s) y segunda(s), en contexto monologal o dialogal (una o varias voces), monológico o dialógico (uno o varios PDV)—. L y E (o l y e) se presentan conjuntos, codificados mediante una barra, cuando profieren sus propios PDV, y disjuntos cuando L1 reporta el PDV de l2/e2 sin precisar el suyo o cuando L1/E1 expone el PDV de e2 sin darle la palabra, haciendo referencia al objeto de discurso con las modalidades propias de este último. Dicho de otro modo, los centros modales no necesariamente van a la par de los centros deícticos ni del acto de tomar la palabra.
En la lengua natural, la lexía compleja punto de vista significa, en sentido literal, un lugar (un punto) propicio para la visión, sin excluir los otros sentidos. Este punto permite (se) représenter [representar(se) ] retrospectiva y miméticamente (darstellen) un segmento de lo real, o imaginarlo proyectivamente (sich vorstellen) —los términos alemanes tienen la ventaja de desambiguar la polisemia del término (se) représenter en francés. En sentido figurado, la lexía significa una opinión (incompleta o sesgada) o un juicio. Así, la lexía expresa una trayectoria potencial, desde la percepción sensorial hasta la sensible y conceptual, referida a un punto de perspectiva concreto o abstracto.
El concepto lingüístico de PDV integra estas significaciones en un acercamiento semántico más conceptual. Es PDV toda predicación que, dando cualquier información sobre un objeto de discurso (Rabatel, 2017, pp. 42-44), en relación con su denotación, informa además acerca del PDV del enunciador sobre el objeto, y produce efectos argumentativos directos o indirectos en los destinatarios coenunciadores (Rabatel, 2018).1 Todo PDV se apoya en la actividad de referenciación, a la cual contribuyen la denominación, la cualificación, la cuantificación, la modalización, la temporalidad, la aspectualidad, la conexión, el orden de las palabras, la puesta en relieve, la progresión temática, la figuralidad, etc., sin contar el conjunto de preconstructos y de prediscursos verbales, así como los grandes principios de organización de los enunciados en estructuras retórico-textuales.
Pero antes de traducirse en estructuras verbales de extensión y complejidad variables, el PDV es una noción cognitiva, cuyo sustrato es su dimensión empática, que se basa en la capacidad de descentrarse para ponerse en el lugar del otro, comprender cómo y por qué (re)acciona. Declinar sus componentes cognitivos, a los que se suman datos emocionales, equivale a imaginar aquello que el otro percibe, siente, piensa, dice o hace, dominios esenciales y existenciales entre los que se debaten, modalmente, el actuar y el padecer humanos. Las marcas, o haces de marcas, o índices puestos en marcha por la actividad empática, están ampliamente en intersección con la problemática del PDV, pues este último es también un fenómeno proyectivo y dialógico, dado que el locutor imagina las situaciones con los ojos, las sensibilidades, los valores, los saberes, las necesidades de los otros.
Me baso ahora en un breve ejemplo que permite ilustrar el interés de la disjunción L/E, y de los centros deícticos/modales al servicio de diferentes formas y estrategias del PDV.2
(1) 17, 42 Y cuando el filisteo miró y vio a David, le tuvo en poco; porque era muchacho, y rubio, y de hermoso parecer.43 Y dijo el filisteo a David:3¿Soy yo perro, para que vengas a mí con palos? (Antiguo Testamento, 1 Samuel, 17, 42-43, TOB)
Este pasaje hace que se sucedan tres formas de PDV del personaje dominante, Goliat, cuyo narrador reproduce, sin compartirlas, la modalidad axiológica de lo reprobable y la modalidad apreciativa de lo deleznable. Goliat es, de entrada, enunciador segundo en el versículo 42, antes de transformarse en locutor/enunciador segundo mediante el discurso directo del versículo 43. El PDV representado en itálicas se distingue del PDV embrionario (subrayado) debido a la oposición entre el primer plano, en el tiempo prototípico del pretérito perfecto simple, y el segundo plano, en pretérito imperfecto. El fragmento en itálicas —anunciado por el punto y coma, y la expresión “le tuvo en poco”— expande la impresión global de menosprecio al detallar las características físicas de David que supuestamente justifican ese juicio. El comentario explicativo, con su aspecto imperfectivo, presenta una percepción interiorizada que acumula elementos perceptivos aparentemente objetivos y juicios asociados a esas descripciones, a pesar de la ausencia de un juicio explícito. El término “muchacho” expresa peyorativamente el menosprecio machista de Goliat contra un adversario tan poco conforme a sus expectativas. Circunstancia agravante, se trata de un muchacho “rubio, y de hermoso parecer”: estos calificativos estereotipados, positivos cuando califican a mujeres, ven su polaridad invertida para el caso de un hombre.
El PDV asertado, expresado en el fragmento en negritas, corresponde a un discurso directo que expresa la opinión explícita del locutor segundo. Este PDV verbaliza en un aumento de cólera toda la indignación de Goliat, ofuscado por no tener un adversario digno de su rango. A partir de ahí, se puede considerar, mediante una inferencia retrospectiva, que la indignación que explota con una fuerte reflexividad en el PDV asertado, ya se ha anunciado en un modo menor en el PDV representado, a través de sus calificativos axiológicos y apreciativos negativos. La indignación queda igualmente subyacente en el PDV embrionario, en torno al semantismo del verbo. La primera frase del pasaje —contrariamente a lo que Benveniste (1966) ha podido decir sobre el carácter objetivo de las narraciones en tercera persona y en pretérito perfecto simple— comporta rasgos de subjetividad, pues denota los movimientos rápidos del filisteo: el “cuando” podría conmutarse con “tan pronto como” o “en cuanto”, de conformidad, por otro lado, con el original. Esta primera frase ya es subjetiva porque hace entender globalmente una reacción instintiva de menosprecio.
Así, la teoría del PDV permite dar cuenta, en una aproximación unitaria, del hecho de que el PDV puede corresponder sea al/a los PDV del locutor/enunciador primero, sea a los locutores/enunciadores segundos, sea incluso a enunciadores segundos no locutores (mediante la disjunción de las instancias enunciativas). Permite también dar cuenta de PDV explícitos o implícitos, con o sin opiniones o juicios. Permite, en fin, dar cuenta de las desvinculaciones entre un centro deíctico que es también centro modal (el filisteo autor del PDV asertado) y centros modales sin deixis (el PDV embrionario del filisteo, el PDV representado de David).
Estos PDV, según la naturaleza de las marcas al servicio de su estrategia semántica de aprehensión de objetos de discurso, se reagrupan en dos grandes categorías: los PDV sintéticos y de una visión global denotan una aproximación globalizante (PDV embrionarios perceptuales, PDV asertados reducidos a lo esencial, tales como son los discursos narrativizados o los discursos indirectos condensados) por un lado, y por otro, los PDV analíticos, de aspecto imperfectivo, más detallados: PDV representados perceptuales, PDV asertados que explicitan el PDV, tales como son los discursos directos o indirectos libres (Rabatel, 2021, p. 47). Todos se caracterizan, en fin, por su amplitud textual, su alcance:
El micro-PDV, el modo de expresión lingüística más compacto, se basa en lexías, o, a minima, en morfemas, a los cuales se pueden asociar convencionalmente maneras de ver, de sentir, de representar. Así, la elección proximal del nombre de pila “David” o la denominación distal “el filisteo”, reducido a campeón de un pueblo enemigo.
El meso-PDV, modo de expresión medio, está en relación con una predicación, como el PDV representado de (1).
El macro-PDV corresponde a una porción significativa de texto, con la reiteración del micro o meso-PDV que tenga el mismo tema o una misma orientación argumentativa dominante, es decir, que incluya PDV anti-orientados: es el caso del conjunto del ejemplo (1), que hace entender la fuerza de la relación entre L1/E1, el profeta Samuel, y David y su distancia respecto del filisteo, seguro de sí mismo, dominador y despectivo.
El meta-PDV es la resultante problematizada, organizada, jerarquizada, de todos los PDV precedentes, que conciernen al sentido global de un texto (o de un documento), efectuado por los receptores/intérpretes. Dada la concisión de (1), el meta-PDV plantea la hipótesis de que la proximidad de Samuel con David anuncia su futuro estatuto de rey de Israel en virtud de su coraje y de su fe en Yahvé (como lo muestra el resto del capítulo) para afrontar y vencer al formidable adversario que es Goliat.
Estos cuatro niveles de organización textual pueden ser objeto de acercamientos sintéticos o analíticos y, por consiguiente, desarrollarse en PDV embrionarios, representados o asertados.
La teoría del PDV da cuenta de aquellos casos en los cuales los locutores expresan su(s) propio(s) PDV o de locutores enmarcados (PDV asertados), así como de PDV sin habla de enunciadores segundos (PDV embrionarios, representados); también de los casos en que los discursos rebosan de subjetivemas o cuando corresponden al borramiento enunciativo (los discursos objetivantes remiten a los cálculos —enmascarados— de enunciadores que tienen interés en hacer pasar por objetivos e incuestionables sus PDV). Dado que la teoría del PDV da cuenta incluso de PVD enmascarados de enunciadores mudos, es legítimo preguntarse si puede dar cuenta de tales PDV en las imágenes sin texto, mediante un cierto número de adaptaciones a una semiosis distinta a la verbal, en correlación con acercamientos semióticos complementarios, a fin de no dar lugar a un “imperialismo lingüístico” en el análisis de las imágenes (Roque, 2016, §2-5). Tomaré primeramente un ejemplo ícono-verbal antes de analizar algunos documentos puramente icónicos (Klinkenberg, 2020) —jamás aislables de la realidad, de discursos anteriores o ulteriores—.4
Este documento verbo-icónico (Figura 1), que ha circulado en internet, se basa en un título informativo en mayúsculas (TRONCO DE ÁRBOL Y HUELLA HUMANA), que categoriza las dos entidades representadas debajo de él. Este título está coronado por un subtítulo en minúsculas, con dos enunciados completos seguidos de puntos suspensivos, “Nosotros somos la naturaleza… la naturaleza está en nosotros…”. Estos dos enunciados breves (meso-PDV) tienen una estructura retórica en quiasmo: “nosotros” está, respectivamente, al comienzo de la primera frase (F1) y al final de F2. Lo mismo sucede con “la naturaleza”, al final de F1 y a la cabeza de F2. El quiasmo semántico no está redoblado por un quiasmo sintáctico perfecto, porque las dos frases atributivas no tienen la misma estructura argumental. Estos enunciados y la imagen que los acompaña, dirigidos a destinatarios indeterminados, intentan persuadir a los seres humanos de que no hay ruptura entre la cultura y la naturaleza, en razón de un sustrato biológico común (macro-PDV), como lo prueban las fotos, con sus datos visibles considerados incuestionables.5 La ausencia de relación lógica entre F1 y F2, y la reiteración de los puntos suspensivos dan a entender que la argumentación, elíptica, podría ser completada por los destinatarios, convocando otras pruebas, tal es su evidencia. Por lo tanto, el título, con su estructura binaria y su conjunción “y”, polisémica, invita a comparar lo comparable al precio de un forzamiento denominativo: la foto no reproduce un “tronco de árbol” (micro-PDV), sino una sección de un tronco, con sus anillos.6 Este forzamiento denominativo/categorizante pesa sobre la continuación de la argumentación y de su interpretación.
Esta imagen que circula en las redes sociales no tiene autor conocido, pero tiene un locutor primario anónimo, que es el autor del título y del subtítulo. Tiene también un enunciador primario anónimo sin habla, responsable de la puesta en relación de las dos formas representadas en la imagen, reunidas sobre un mismo fondo sombreado que juega el papel de marco para las dos fotos de los anillos y de la huella, separadas por una franja blanca que juega el papel de intervalo entre ellas —como entre dos cuadros de una tira cómica—. Según el Grupo μ (en prensa), el intervalo pone en relación dos datos conmensurables; aquí, no es precisamente el caso. No obstante, juega un rol de operador de equivalencia, a semejanza del principio de equivalencia jakobsoniana, según el cual la similitud de los significantes lleva a imaginar un parentesco semántico en el plano de los significados. Con este fin, las fotos son retrabajadas: una operación geométrica de homotecia confiere a la sección del tronco y a la yema del dedo una misma dimensión; una operación de filtraje elimina la dominante cromática para mantener sólo la luminosidad del negro y del blanco, con el fin de orientar hacia las semejanzas; una operación de segmentación elimina la mitad de los anillos y de la huella contigua a la franja blanca, dando la impresión de que las entidades se completan.
A partir de aquí, este montaje puede ser interpretado según una lectura “conjuntiva” basada en las semejanzas (Grupo μ, en prensa) —que corresponde a la lectura “acumulativa” de la confrontación de PDV en la dinámica figural (Rabatel, 2021, pp. 63-65)—: estas fotos funcionan, entonces, como metáforas in praesentia de entidades a priori disjuntas, reunidas aquí en virtud de su relación mereológica, que subraya el hecho de que los seres humanos y el mundo vegetal comparten el mismo destino, confirmando así el título y el subtítulo.
Sin embargo, otra lectura es posible, esta vez “disjuntiva” (según el Grupo μ) o “sustitutiva” (según Rabatel, 2021), basada sobre diferencias irreconciliables. Esta lectura alegaría que los anillos y las huellas no coinciden, salvo en un punto situado en el primer tercio superior de la imagen, indicado en la Figura 2, por el subrayado amarillo; las imágenes no coinciden más que muy aproximadamente hacia el centro de las dos fotos, en un círculo cuyo diámetro está indicado en rojo.
Tal lectura subrayaría también que la línea blanca entre las dos fotos apunta precisamente a enmascarar las diferencias; evocaría, en fin, la realidad, según la cual no hay nada en común entre los anillos que aumentan más o menos con el paso de los años y las huellas humanas que son, ante todo, una de las características atemporales e intrínsecas de los seres humanos. En fin, pondría de relieve el desfase entre la tesis del subtítulo y la manipulación de las pruebas que se supone la sostienen. ¿Cuál lectura es la más pertinente? El debate versa menos sobre las ventajas recíprocas de la lectura conjuntiva/acumulativa o disjuntiva/sustitutiva que sobre la cuestión de saber si se deben solicitar las armas de la racionalidad en las situaciones en las cuales el dispositivo invita a una lectura figurada. Las respuestas de los intérpretes dependen de la jerarquía de los criterios que adopten.
Este ejemplo atestigua el interés de la disjunción locutor/enunciador, porque, si bien hay un sincretismo entre el locutor y enunciador primero, y un macro-PDV dominante que emerge del título y del subtítulo, hay también dos posibles meta-PDV diferentes que emanan del análisis de las tensiones entre las elecciones sin habla del enunciador responsable de la confrontación de las imágenes. Incluso si esos dos enunciadores remiten a un mismo sujeto que habla y manipula, lo que importa es menos aquello que quiere decir que lo que el texto y las imágenes autorizan a decir, confirmando la desvinculación posible entre el locutor/enunciador primero del texto (L1t/E1t) y el enunciador primero no locutor responsable de las elecciones de construcción de la imagen7 (E1i); E1t y E1i pueden, según las lecturas, tener el mismo PDV o poner de relieve un desfase (no deseado) entre el PDV dicho y el PDV mostrado por la imagen.8
¿Cómo identificar, no obstante, los PDV en ausencia de texto, y cómo evitar las derivas de la signifiosis? Esta pregunta encuentra respuestas diferentes según las situaciones. Un primer caso de figura consiste en documentos icónicos figurativos —con seres humanos, potencialmente soportes de PDV internos, sin contar el PDV del enunciadori— y que hacen eco de un intertexto pregnante: es el caso de cuadros religiosos o mitológicos indisociables de textos célebres, por ejemplo, el cuadro de Caravaggio, La incredulidad de Santo Tomás, con el relato, en segundo plano, especialmente del Evangelio de Juan (Kibédi-Varga, 1989; Rabatel, en prensa). Un segundo caso de figura remite a imágenes figurativas que convocan un imaginario o estereotipos asociados a una enciclopedia, a representaciones y a discursos que podrían serles imputados (Rabatel, 2024a). Estos dos casos de figuras son ilustrados por los siguientes fotomontajes, memes cuyo contenido crítico (Figura 3) o humorístico (Figura 4) convoca PDV putativos, de los cuales unos remiten a enunciadores segundos representados que son los personajes, y otros a E1i:
En el mundo de las imágenes figurativas que representan seres humanos, estos últimos pueden ser soportes de PDV, incluso en ausencia de palabras explícitas. La representación de personajes —de sus percepciones (inferidas de la dirección y de la naturaleza de la mirada o de sus gestos, de las mímicas faciales, de la disposición en el espacio y de su relación con otros personajes)— permite inferir pensamientos, una intención, por lo tanto, ciertos PDV. La producción de sentido se basa no tanto en la referenciación lingüística como en la representación icónica (Grupo μ, 1992). En la Figura 3, en el contexto de la invasión a Ucrania por Rusia, el observador puede inferir la posición frontal de Putin ante un globo con los colores emblemáticos de Ucrania, y el gesto de amenaza con un objeto que podría hacer explotar el globo, así también puede advertir que Putin acompaña su gesto con un PDV amenazante del tipo /Destruiré a Ucrania igual que voy a explotar este globo/.9 Al mismo tiempo, la sucesión de dos imágenes con los mismos actores alimenta el PDV del enunciador primeroi, el cual se basa en un “contra-discurso” mudo que se apoya en la inversión de la situación y en el topos del burlador burlado o en el proverbio francés « tel est pris qui croyait prendre » (‘quien creía cazar resultó cazado’), para predecir que /es Ucrania la que hará implosionar a Putin y a Rusia/ (Rabatel, 2024a). Estos dos PDV sin habla, de e2 y de E1, de modalidades anti-orientadas, se apoyan en las elecciones internas de representación y de su disposición, sin olvidar la pregnancia del interdiscurso. Desde este punto de vista, si bien hay ciertas imágenes sin texto, siempre están precedidas de discurso y son también el soporte de discursos ulteriores, de interpretaciones incesantes, basadas en las expectativas y situaciones de receptores/espectadores.
Esto sucede también con la Figura 4, que representa el desvío de la noble figura del pensador de Rodin sobre un zoclo de bronce —redoblado por un doble zoclo de piedra— rebajado a la pose trivial de alguien defecando en la taza del WC. Esto mismo autoriza varios PDV desvalorizantes pues el gesto del pensador —trucado por un programa de tratamiento de la imagen, el brazo derecho, originalmente replegado hacia el mentón, aquí está tendido hacia el rollo de papel de baño que le extiende el personaje— muestra una visión carnavalizante que reduce la actividad humana más elevada, la del pensamiento, a la más baja, objeto de todos los tabúes, las heces. Pero mejor recurrir aquí, para estar en sintonía con la visión descalificante, a la denominación de “mierda” (micro-PDV). Uno podría imaginar que el pensador (e2), que toma el rollo de papel, es el soporte10 de un PDV auto-desvalorizante, del tipo /No soy más que una mierda/. Además, el PDV del personaje más importante, el que tiende el rollo, recuerda al etéreo pensador: /Tú no eres más que una mierda/. Esta puesta en escena de dos PDV remite también, finalmente, al PDV de E1i, autor de la manipulación de la imagen: /Todo pensador etéreo no puede hacernos olvidar las contingencias corporales/ o /Todo acaba siempre en mierda/… Si se ajusta el foco en el gesto entre el hombre común y el pensador, que alude carnavalescamente al célebre gesto de Dios creando a Adán, en la Capilla Sixtina, y si se sustituye a Dios por el desconocido, se podría conjeturar que E1i hace pensar que /El hombre común rebaja todo lo que toca/. Teniendo en cuenta la dimensión humorística del meme, todos los PDV precedentes podrían estar seguidos por un meso-PDV de E1i que los engloba,11 subrayando que son enunciaciones fingidas, lúdicas: /Yo bromeo/.
Otras situaciones se dejan interpretar aún más difícilmente, como el caso de la foto del paisaje invernal de aquí abajo (Figura 5), ya que la dimensión figurativa no incluye ninguna representación de un ser humano y que los receptores/observadores ni siquiera pueden apoyarse en un interdiscurso identificable.
Parece así imposible detectar cualquier PDV referido a un actor humano representado ausente y muy difícil extraer el PDV del operador E1i. No obstante, si bien este último no dice nada, sus elecciones hablan por él: los contrastes entre el blanco de la nieve, el verde más o menos sombrío de los bosques de montaña, el azul del cielo; la evocación entre el blanco de la pradera nevada y el de las cimas a lo lejos; la estructuración estética debida a las líneas de la pendiente de la pradera y de la cadena de montañas, cuyas diagonales se cruzan aproximadamente en el centro de la foto; la evocación del blanco sobre el eje vertical, del verde de los bosques a la derecha y su réplica en primer plano a la izquierda, sobre el eje horizontal; todo esto, con colores muy contrastados, converge hacia un centro vacío oculto por la pendiente de la pradera. A menos que ese centro imaginario pudiera ser alcanzado por el camino que sube. De suerte que lo sostenido anteriormente con respecto a una ausencia de personaje humano representado debe moderarse, puesto que un camino no es un rastro animal, es una vía realizada por seres humanos, utilizada por ellos. La foto juega, así, con una relativa ausencia de seres humanos, cuya presencia es presupuesta; en espera de su actualización, el enunciador —el enunciador/operador E1i o un observador exterior— se desplaza mentalmente hacia ese punto imaginario. ¿Se puede extraer un macro-PDV del operador, o un meta-PDV del observador? Según Barthes (1964, p. 44), “toda imagen es polisémica, implica, subyacente a sus significantes, una ‘cadena flotante de significados’, de los cuales el lector puede elegir unos e ignorar otros”.12 Se podría alegar la belleza formal del lugar, la calma y el silencio de un paisaje inmaculado, la belleza de una bella jornada de invierno, la soledad en la montaña. Ningún PDV de E1i se impone realmente, salvo, puede ser, si se privilegian los rastros que permiten imaginar que conducen hacia el punto en que las líneas de la pendiente se cruzan, que serían el soporte de una invitación a hacer el camino, a ir más lejos, detrás de la curva. Pero estas inferencias permanecen como conjeturales, ninguna se impone con certeza, en ausencia de indicaciones verbales. En tales condiciones, uno de los recursos posibles consiste en comparar el documento con otro del mismo autor, o mejor, con una serie, lo que permitiría revelar con más certeza permanencias (de reiteraciones o de contrastes) reveladoras de las intenciones de E1i.
Si se compara la primera foto con una segunda del mismo fotógrafo (Figura 6), que muestra un camino en primavera, se notarán semejanzas significativas. Así, la reiteración del motivo del camino, testigo del trabajo del pasado de seres humanos (con sus muros de piedra), testigo, también, del paso de paseantes actuales (con el rastro de su paso); un camino caracterizado por la repetición de líneas estructurantes muy arquitectónicas y por una idéntica ausencia de un ser humano, cuya presencia es, sin embargo, presupuesta por los rastros y la presencia fuera de campo del operador, proyectado hacia un futuro (el punto de fuga) anclado en el espesor del tiempo.
La repetición de estos motivos, que emergen de una lista mínima (Rabatel, 2021, pp. 389-408), produce un efecto de sentido más seguro y deduce con mayor certeza el PDV de E1i, que se podría formular así: /lo importante en el camino es el caminar (que conduce a mirar más lejos, más allá de sí y en sí mismo) /.13
La demostración sería más fuerte con una lista más sustancial, pero renuncio a ello a falta de espacio; lo esencial es la comprensión del mecanismo enunciativo/interpretativo a base de recurrencias que autorizan el establecimiento de relaciones esclarecedoras de PDV sobre la base de similitudes y diferencias significativas. Se objetará que estos PDV hacen ver demasiado la subjetividad del fotógrafo: es verdad. Pero es más cierto que yo no he tenido estos pensamientos al tomar las fotos al vuelo, y que el sentido que les he descubierto, en el presente, proviene del enunciador/observador Rabatel, el cual es distinto del enunciador/fotógrafo Rabatel, en el nivel de las instancias.
Contrariamente a la idea expandida, no es absurdo utilizar las herramientas de la enunciación para el análisis de semiosis no verbales, aunque estas opciones sean raras y, sobre todo, apenas exploten la enunciación, a pesar de la indicación de tal posicionamiento. Así, por ejemplo, sucede en Dondero (2020), cuyas referencias en materia de enunciación son esencialmente las de los semiotistas. De la misma manera, en Colas-Blaise (2023), cuyo propósito es la enunciación en semiótica, aunque presenta referencias lingüísticas más numerosas, estas no son realmente explotadas en sus análisis de las obras de arte (Colas-Blaise, 2023, pp. 78-90 y 101-108). Por mi parte, he ensayado utilizar las herramientas de la enunciación para el análisis de textos e imágenes, a partir de una concepción original de la enunciación, centrada no solamente en la presencia activa del enunciador a partir de la tríada enunciativa del yo/aquí/ahora, sino, sobre todo, atento a las huellas más discretas de su presencia, que emergen de la referenciación/representación; de aquí la importancia de la disjunción entre locutor y enunciador, de los centros deícticos y modales y la acordada a la noción de punto de vista.
Aunque haya pocos elementos comunes entre el mundo de las imágenes y las lenguas, ciertas estructuras —referidas a las posiciones, formas, colores, como así también a los soportes, los materiales, el/los gesto/s—14 son comunes con las que organizan la referenciación, aunque los procedimientos difieren: oposiciones, similitudes, repeticiones, junciones, disjunciones, paralelismos, equivalencias, complementariedades, fusiones, mise en abyme, inversiones, cierre; elección de lo que está en primer plano o en segundo plano; proceso de valorización o de desvalorización, ritmos…15 (Rabatel, 2022, Rabatel, en prensa). Esta conceptualización del sistema de significación de la imagen requiere un acercamiento enunciativo holístico de documentos verbales o icónicos. Se basa en criterios más variados que las solas “relaciones diferenciales entre formas, colores y posiciones” (Dondero, 2020, p. 31), a pesar de la garantía saussureana del concepto de diferencia (Hénault, 2008, p. 20). En efecto, comparto la tesis del Grupo μ (2015, p. 173), según la cual el sentido emerge tanto de los contrastes como de las similitudes, referidas especialmente a las variables estructurales mencionadas más arriba, a fortiori si estos contrastes y similitudes se repiten, formando así estructuras sobre-significantes. No hay, entonces, referenciación en el sentido lingüístico, pero sí construcciones semióticas de referentes a través de estructuras formales que, articuladas con los datos figurativos, alimentan los PDV y los procesos interpretativos, como lo muestra el análisis de los PDV en las imágenes figurativas, con personajes soporte de proyecciones empáticas, o el de imágenes figurativas sin personaje. Sin duda, la hipótesis daría cuenta igualmente de los PDV de E1i a partir de las elecciones formales que organizan los cuadros abstractos, pero eso queda por demostrar. De hecho, la autonomización de lo “plástico” en relación con lo figurativo (Hénault, 2008, pp. 13-14) —incluso a través de la noción de figuratividad (Floch, 1981, p. 154)— es un desafío para el análisis pragma-enunciativo de las imágenes.
Paradójicamente, el estudio de las imágenes es útil para el análisis lingüístico de la enunciación: en las imágenes sin texto, el rol del observador en la co-construcción del sentido es primordial. Permite tomar distancia de los modelos enunciativos centrados en el locutor, reduciendo el sentido de los textos a la organización de sus elementos, como si los destinatarios no tomaran parte en el trabajo interpretativo. Los observadores, dentro y fuera de la imagen, el oyente, en el texto y fuera de él, juegan un papel crucial de co-enunciación tanto en la co-construcción de meta-PDV como en la decodificación de todas las otras formas de PDV. Su análisis deriva de hipótesis sobre las marcas, su alcance, sus puestas en relación. Todo trabajo científico se basa en elecciones subjetivas, que es necesario objetivar y racionalizar para poder compartirlas (Rabatel, 2017, pp. 161-172). Queda grano por moler para un modelo verdaderamente colaborativo e interaccional de la enunciación que haga del oyente (o del observador) una instancia de co-enunciación indispensable en la co-construcción del sentido.
Rabatel, A. (2018). Pour une reconception de l’argumentation à la lumière de la dimension argumentative. Argumentation et analyse de discours, (20). http://journals.openedition.org/aad/2493
Rabatel, A. (<comment>en prensa</comment>). Des points de vue dans les textes et les images (et de leurs relations avec les notions de perspective et d’observateur). In Luce, J.-M. (éd.), Observateurs et spectateurs dans l’art et la littérature de l’Antiquité au milieu du XVIIe siècle. Rennes : Presses Universitaires de Rennes.
Roque, G. (2016). Esquisse d’une rhétorique des interactions verbo-iconiques. Images Re-vues, Hors-série 5. http://journals.openedition.org/imagesrevues/3434
[1] Es precisamente en consideración a estos efectos que reivindico una concepción pragma-enunciativa de la enunciación, que incluye también las nociones de tomar a cargo y de responsabilidad enunciativa, que no tienen las mismas implicaciones para el enunciador primario que para los enunciadores segundos (Rabatel, 2017, pp. 87-122).
[2] El lector encontrará una presentación concisa de mi teorización del PDV en Rabatel (2012), numerosos ejemplos de análisis de formas variadas en diferentes géneros en Rabatel (2008/2020), y en Rabatel (2021) para lo que se refiere a la dinámica figural. Una presentación detallada se encuentra en la introducción general de Rabatel (2021, pp. 9-79) y, en lo que concierne a sus implicaciones sociales, en contexto mediático y político, en la introducción y primera parte de Rabatel (2017, pp. 11-189).
[3] La frase “Y dijo el filisteo a David” no aparece en la edición francesa, corresponde a la edición en español de la Biblia, versión actualizada de Reina-Valera (RVA2015).
[4] Agradezco a J.-M. Klinkenberg (Universidad de Lieja) y a J. M. Luce (Universidad de Toulouse Jean Jaurès) por sus comentarios respecto de las figuras (1)-(2) y (4).
[5] Esta creencia es ilusoria, pero no es este el lugar para discutirla.
[6] La foto podría ser de un tronco visto desde lo alto; no obstante, no corresponde a su representación prototípica.
[7] Por el hecho de que yo empleo imagen como término genérico que engloba dibujo, cuadro, foto, film, etc., E1 i es una denominación genérica que podría ser especificada: dibujante, pintor, fotógrafo, realizador, decorador, director de teatro, etc.
[8] Véase también Roque (2016, § 34-36).
[9] Estos PDV putativos están entre barras.
[10] Empleo el concepto de soporte enunciativo del PDV, porque los personajes no hablan. Pero dado que hago explícitos sus PDV putativos entre barras, haciéndolos hablar, esos soportes devienen fuentes. No obstante, no debe confundirse la interpretación de un PDV con la materialidad de su representación, más opaca.
[11] Dicho de otra manera, mediante una sobre-enunciación (Rabatel 2012, pp. 34-39).
[12] No comparto esta concepción barthesiana, fechada, que privilegia el sometimiento de la imagen a lo verbal y hace pensar que este último no sería sub-determinado —y quizás especificado por la imagen, como lo han mostrado Roque (2016, § 22-26) y Klinkenberg (2020, § 99)—. Véase también Rabatel (2024b).
[13] Incluyo, en este meso-PDV, una predicación segunda (entre paréntesis) en la predicación primera, pero se las podría disociar en dos meso-PDV co-orientados.
[14] El gesto, a veces, se incluye entre los parámetros mencionados (posiciones, formas, colores, soportes y materiales, como en el artículo “Artes plásticas” de Wikipedia). No lo mantengo en esta lista, pues el gesto (en singular, con un valor genérico), domina las elecciones de posición, forma, color, su tratamiento, y tiene como parasinónimos estilo o manera.
[15] Según los semiotistas, estas estructuras dan cuenta de lo plástico, con las categorías de lo topológico (posiciones), de lo eidético (formas) y de lo cromático (colores), por oposición a lo figurativo (Thürlemann, 1982). Como estas últimas se encuentran en el lenguaje, prefiero hablar de estructuras trans-semióticas, tanto más cuanto que muchas podrían referirse a otros dominios diferentes de las artes plásticas, como la música o las artes escénicas. Cabe incluso preguntarse si no serían universales macro-estructurales de las formas de la expresión.
Acerca del autor
Alain Rabatel es profesor emérito de la Universidad de Lyon 1, Francia. Es especialista en enunciación, lingüística textual y análisis de discursos. De sus principales publicaciones, podemos destacar: La construction textuelle des points de vue (1998/2023); Argumenter en racontant (2004/2023); Homo narrans (2008/2020); Pour une lecture linguistique et critique des médias. Éthique, empathie, point(s) de vue (2017); La confrontation des points de vue dans la dynamique figurale des discours (2021).