Introducción
Husserl se refiere a la “constitución de entes de diferentes niveles, de mundos, de tiempos” (HuaM VIII, p. 199),1 y en relación con los correlatos de la constitución, distingue los niveles de la indiferenciación inicial, los proto-objetos, los objetos constituidos, los tipos adquiridos de objetos y el polo ideal del proceso de objetivación. De acuerdo con esta gradualidad en la constitución, la vida emocional presenta aspectos fundamentales. Me propongo explicitar este paralelismo: “Lo subjetivo como afección, como acto, como ocupación con lo óntico, lo subjetivo como sentimiento, como temple de ánimo, como ‘sentimiento vital’ universal y horizóntico (das Subjektive als Gefühl, als Stimmung, als universales horizonthaftes‚ Lebensgefühl)” (HuaM VIII, p. 362). Los aspectos paralelos del sentimiento conciernen a la originariedad (protosentimiento o sentimiento total), el despertar de prominencias en la indiferenciación (sentimientos de agrado y desagrado), el condicionamiento motivante para la aparición de objetos (valoración), la resonancia (trasfondo o medio sedimentado de la afectividad) y la prospectiva (realización de valores superiores a partir de valores inferiores). Con excepción del primer nivel indicado, los restantes muestran diversos modos del estar-junto-a o estar-en-algo que se relacionan con el contraste entre patencia y latencia. Ignacio Quepons (2015, pp. 98-103) ha llamado la atención sobre la relación entre la intencionalidad de los temples de ánimo y la conciencia de horizonte. Mi intención es continuar con este tipo de investigación en el contexto de la fenomenología genética y con un énfasis en cinco modalidades correspondientes de la conciencia de horizonte.
La fenomenología estática se centra en el problema de la fundamentación de la validez, y por eso las meras cosas sensibles mantienen una primacía, porque es posible pensar abstractamente en ellas sin predicados de valor, mientras que no se puede aprehender objetos valiosos sin que haya algo dado para que un acto de sentimiento le confiera un valor. A diferencia de esto, la fenomenología genética investiga cómo un momento de la conciencia surge a partir de otro. Esto implica que no es posible aprehender cosas sin un entramado de cualidades dóxicas, axiológicas y volitivas. Al lado de la relación de fundamentación unilateral de lo emocional en lo dóxico, y de lo volitivo en lo emocional, Husserl introduce una fundamentación bilateral o mutua según la cual los actos teóricos, emocionales y prácticos se entrelazan.
1. Originariedad
La indagación retrospectiva del análisis genético desconstruye estratos en relación con un desarrollo paralelo del mundo y el yo, y alcanza el nivel inferior del “protosentir” [Urfühlen], la “protoafección” [Ur-Affektion] y el “protoquerer” [Urwollen] (HuaM VIII, nota 335). La aprehensión noética del mundo, y la secuencia de niveles que conducen a ella, son puestas entre paréntesis a fin de alcanzar una protohyle [Ur-Hyle] como un núcleo extraño al yo [ichfremder Kern] que funciona como un material para operaciones de la conciencia. Cada curso de vida tiene un polo-ego [Ich-Pol] como un polo de unidad que pasa a través de él. Esto significa que un yo idéntico, aun cuando se encuentre implícito, es un momento constante en el curso de vida, mientras que la hyle compone el opuesto lado de lo que es extraño al yo [Seite des Ichfremden]. Por lo tanto, sobre la base de este curso de vida y sus dos lados se debe mostrar el despliegue de la constitución del mundo. Pero los dos lados son todavía indistinguibles en contenido. Husserl observa que la constitución
tiene dos protopresuposiciones, dos protofuentes (Urquellen), que [...] siempre ‘subyacen’ a ella: 1) mi yo primigenio como operante, como protoyo en sus afecciones y acciones, […] 2) mi no-yo primigenio […]. Pero ambos protofundamentos (Urgründe) están unidos, son inseparables, y por ende abstractos cuando se los considera por separado (HuaM VIII, p. 199).
El lado subjetivo del curso de vida es tomado en consideración a través de las kinestesias y el sentimiento que condicionan el modo en que el proto-yo se relaciona con lo que le es extraño. El sentir no se manifiesta como un sentimiento particular, sino que es una unidad total que se corresponde con una protohyle indiferenciada que a su vez tiene el carácter de un pre-mundo. Por eso Husserl se refiere también a un “sentimiento total” [Gesamtgefühl] o un “protosentimiento” [Urgefühl] (HuaM VIII, pp. 273, 335), esto es, un sentir inarticulado del que podrán surgir múltiples sentimientos particulares. En condiciones óptimas, describe la siguiente situación: “[…] considerada en totalidad, la vida ‘sana’ es un curso unitario de satisfacción como distensión con un correspondiente sentimiento total (del temple de ánimo total, de un temple agradable), de la vida que transcurre sin obstáculos y sin perturbación en su impulsividad unitaria” (Hua XLII, p. 125).
Por tanto, Husserl investiga un protonivel anterior a cualquier tipo de constitución y observa que la pregunta retrospectiva nos conduce finalmente a una protoestructura (Urstruktur) configurada, del lado del ego, junto con protoinstintos, por protosentires y protokinestesias dirigidos de una manera indiferenciada a una protohyle también indiferenciada que llena todo el curso de la vida. En el nivel genético inferior de la constitución del mundo, “el horizonte inicial originario” [der uranfängliche Horizont]” (Hua XV, p. 604) carece de objetos y se encuentra teñido de sentimiento. En este nivel no hay intencionalidad en el sentido de la conciencia de un objeto. Por lo tanto, “podemos en una consideración abstractiva [...] examinar cómo se tendría que construir un comienzo genético, que en todo caso traería ya hyle y sentir; pero también un polo-yo como polo de afección y acción” (HuaM VIII, p. 352).
2. Prominencias
Husserl se ocupa de las prominencias [Abgehobenheiten] en el ámbito hylético y la significación del sentimiento y sus alteraciones en el proceso por el que se destacan contenidos con la posibilidad de afectar. El sentimiento motiva una atracción o un rechazo respecto de un contenido de la hyle indiferenciada y da lugar a su prominencia. Husserl dice que “el sentimiento afecta en el modo de la ‘atracción’ […] El contenido funda el sentimiento y con el contenido el sentimiento está ahí” (HuaM VIII, p. 351). Sólo una relativa situación de agrado permite el marco de normalidad que da lugar a una proto-objetivación de la naturaleza. Si bien aclara que no es el sentir el que afecta, sino el dato hylético —el ser atraído no es mero asunto del sentir—, pone de relieve su intervención como motivo que lleva a un volverse del yo hacia un material sensible a fin de convertirlo en aparición de un objeto. La objetivación primaria debe tener lugar en una situación normal en la que sólo hay una situación de placer: “Aquí la afirmación aristotélica ‘Todos los seres humanos tienen por naturaleza alegría en la aisthesis’ alcanza su verdad” (HuaM VIII, p. 321). No hay, pues, afección de una hyle meramente sensible. Ella únicamente puede estimular al yo si el yo es sintiente. De manera que lo hylético puede afectar al yo porque el sentir le confiere un cierto valor o desvalor, y una gradualidad en el sentir corre paralela con una gradualidad en la afección, esto es, una variación en la atracción o rechazo ejercida sobre el yo. A la afección dirigida hacia el yo del lado de los datos hyléticos corresponde del lado del yo un sentirse atraído o rechazado en la forma de un placer o desplacer motivado por ese material.
Hay una continuidad entre esta indiferenciada esfera preafectante y la esfera afectante a través de una gradualidad de la afección que reduce la diferencia entre las dos esferas a una diferencia de grado. En relación con la gradualidad de la afección, Husserl habla de un “relieve afectante” [affektives Relief] (Hua XI, p. 168) y de “una perspectiva afectante” [eine affektive Perspektive] (Hua XI, p. 172). Así, distingue entre la afección efectiva y la tendencia a la afección, es decir, la potencialidad de afectar que está enraizada en la situación hylética global y emite rayos débiles que no alcanzan a atraer al yo. En virtud del carácter relativo de la afección, lo que afecta puede dejar de estimular al yo, y lo que no afecta puede convertirse en atracción. Como una pura nada en el orden de la afección no puede convertirse en un elemento afectante, Husserl concluye que lo que no afecta al yo en un determinado presente no puede ser totalmente ajeno a la afección, sino que debe poseer una tendencia hacia ella. Hay unidades hyléticas explícitas que se destacan y afectan efectivamente, y unidades hyléticas implícitas que no afectan pero pueden hacerlo en circunstancias favorables. La gradualidad de la afección significa que lo implícito llega a ser explícito, y que no hay un comienzo absoluto, sino que la afección se ha precedido siempre a sí misma. Los niveles preafectantes deben ser pensados como potencialmente afectantes. Todo comienzo se destaca sobre el trasfondo de un precomienzo, porque me vuelvo en el acto hacia lo que yo ya era en tanto pre-dado. Con esta afección se pasa a un nuevo nivel.
Se desarrolla, pues, en este nivel, siempre condicionado por factores emocionales, un “horizonte de la afección” (HuaM VIII, p. 240) o un relieve de advertibilidad que va de la mano con la constitución de unidades intencionales preobjetivas. Hay una gradualidad en la llamatividad [Aufdringlichkeit] de las unidades hyléticas dentro de un trasfondo con componentes afectantes de variado grado que pueden anularse unos a otros en una competencia, en que las unidades relegadas pierden su poder de estimulación, caen fuera del horizonte de la afección, y no motivan al ego a volverse hacia ellas. Lo que primero nos afecta es el presente hylético, y en segundo lugar tenemos “la afección que proviene de los horizontes” (HuaM VIII, p. 94).
En el lado extraño al yo, la asociación interviene de un modo decisivo en la afección. La asociación por la cual se constituye el dato hylético es llamada protoasociación [Urassoziation] porque antecede a otros tipos de asociación. Tiene su fuente primaria en el contenido protoimpresional y en las evocaciones que parten de él en dirección a otros contenidos impresionales en el horizonte de simultaneidad y al contenido de las retenciones y protensiones en el horizonte de sucesión. Es posible, en virtud tanto de la semejanza entre los términos de la asociación como de su contraste con respecto al trasfondo. La fusión asociativa es, pues, lo que explica la génesis del dato hylético. Éste se revela como una totalidad de momentos que remiten unos a otros por su homogeneidad y de ese modo generan el espesor y la vida propia de la que proviene la fuerza de su afección. Además de este horizonte interno, el dato tiene un horizonte externo porque el poder afectante depende también de la magnitud del contraste con el trasfondo.
En el segundo nivel, la indiferenciación inicial se articula de un modo que es preservado en niveles ulteriores. Los tres momentos primigenios —sentimientos, kinestesias, hyle fusionada por síntesis asociativas— establecen los fundamentos para la construcción del mundo, pero no se han de considerar todavía como momentos de una conciencia, porque unidades intencionales no han sido aún apercibidas y por ende no son todavía objetos. Se trata del nivel de la constitución inferior de unidades en “el universo del preser” [das Universum des Vor-Seienden] (HuaM VIII, p. 187). Se configuran los fundamentos para la constitución del mundo, pero no hay todavía una intencionalidad porque las protounidades son todavía “no-objetos” (HuaM VIII, p. 335). La afección no puede ser comprendida si sólo se toman en cuenta los momentos impresionales y se descuidan los momentos axiológicos. Y si la constitución se ha de realizar a partir del triple protomaterial representado por un núcleo hylético, un sentimiento sensible y una kinestesia sensible, el valor no será algo añadido a objetos que estarían dados ya como meras cosas.
No se trata aún del estadio de la intencionalidad, pero sí de un nivel del estar-junto-a: “La ‘interpelación’ [Ansprechen] del contenido no es un llamado [Anruf] a algo, sino un sintiente estar-junto-a del yo [ein fühlendes Dabei-Sein des Ich], y por cierto no en primer lugar como un estar-junto-a por medio de un venir-a y llegar-a [durch Hinkommen und Anlangen]” (HuaM VIII, pp. 351, 273, 319, 340). No hay todavía un llamado del lado no-yoico y una respuesta del yo porque no hay una separación entre ambos lados. La protorrelación de lo yoico con el lado de lo no-yoico se da en el modo del sintiente estar-junto-a lo no-yoico sin distancia: “El yo no es algo para sí y lo extraño al yo algo separado, y entre ambos no hay un espacio para un girar-hacia [Hinwenden] del yo, sino que el yo y lo que le es extraño son inseparables, en cada contenido en el nexo de contenidos y en todo el nexo el yo es sintiente [fühlendes]” (HuaM VIII, p. 351 y ss.). A pesar de la ausencia de intencionalidad se inician los “diferentes modos del ‘estar-junto-a” (HuaM, VIII, p. 351) sobre los que Husserl afirma: “La forma del activo estar-junto-a [Dabeisein] […] tiene diferentes modos, modos de diferente dimensión” (Hua XXXIX, p. 551).
3. Intencionalidad
Un nuevo nivel corresponde a los actos intencionales constituyentes. Emergen del yo que se despierta y se vuelve hacia aquello que lo afecta. La afección es una motivación que puede atraer o apartar al yo. La atracción responde al carácter agradable de lo afectante y se correlaciona con un querer-ir-hacia [Hin-wollen]. El apartarse responde al carácter desagradable de lo afectante y corresponde a un querer-ir-contra [Wider-wollen]. Una vez que el yo se vuelve hacia ella, la afección no solo tiene un carácter extraño al yo, sino que tiñe la propia actividad del yo: “La afección es noéticamente un modo de la intencionalidad constituyente y noemáticamente un modo de la unidad intencional, o sea, del objeto que eventualmente es consciente como existente en un modo de ser” (HuaM VIII, p. 193). Por eso Husserl se refiere a “una bilateralidad [Zweiseitigkeit] en el curso de la vida (despierta), que está superpuesta, está fundada en la bilateralidad que se encuentra ya en la constitución de lo pre-óntico […]” (HuaM VIII, p. 188). O sea: una bilateralidad óntica se apoya en los elementos proporcionados por la bilateralidad pre-óntica y contrasta con la inseparabilidad de su base. En lo que concierne al nuevo lado subjetivo, se tiene al ego como centro de la intencionalidad junto con la vida fluyente con su ulterior “bilateralidad” [Doppelseitigkeit] (HuaM VIII, p. 189) de afecciones y acciones. Husserl puede referirse ahora a los actos como la conciencia de en sentido estricto, o el estar-dirigido-a en sentido propio y a “los datos de sensación con sus momentos del sentimiento, y también los momentos impulsivos […]” (HuaM, VIII, p. 112). Una vez más, la hyle, el sentimiento y las kinestesias desempeñan un papel al que se refiere Husserl de la siguiente manera, destacando su presencia en los diferentes niveles:
En la vida preactiva, que como estrato pasa a través de todo lo activo: precisamente 1) la hyle, 2) la cual empero es lo que es como afectante, como lo que determina al ‘ánimo’ (Gemüt), al sentir (el sintiente ser atraído (deseo positivo) o ser rechazado) y 3) el obrar preyoico. Aquí las kinestesias en el drama de la ontificación, hasta la objetivación (mundanización) juegan estos momentos constantemente su papel, o más bien reciben papeles siempre nuevos, más elevados, ellos obtienen estructuras funcionales siempre superiores (Ms B III 9, p. 79b).2
Es necesario tener en cuenta que la constitución de objetos se realiza a partir del triple protomaterial representado por un núcleo hylético, un sentimiento sensible y una kinestesia sensible. Por lo tanto, el valor no es algo añadido a los objetos que serían dados primero como meras cosas. No hay meras sensaciones u objetos sensibles que se encuentren libres de valor. La afección sensible no puede ser comprendida si sólo se toman en cuenta los momentos impresionales y se descuidan los momentos axiológicos ligados al sentimiento:
Toda vida es incesante aspiración, toda satisfacción es satisfacción transitoria. Meros datos de la sensación y en un nivel superior objetos sensibles como cosas que para el sujeto están ahí, pero están ahí ‘libres de valor’, son abstracciones. No puede darse nada que no toca la afectividad (Gemüt), y lo indiferente es solo un estadio intermedio entre el placer y el desplacer […] (Ms A VI 26, p. 42a).3
Si bien se refiere a la “naturaleza, el mundo del ser puro y ‘libre de valor’” (HuaM VIII, p. 325), Husserl pone entre comillas la expresión de la neutralidad axiológica, y esto indica que la falta de características valiosas o de la relación con el sentimiento es una abstracción.
En el nivel intencional, Husserl se ocupa del sentir como valorar y de sus operaciones constitutivas de valor. Para designar la captación del valor, Husserl utiliza el término Wertnehmung, que se puede traducir, siguiendo a Antonio Zirión, por valicepción como palabra análoga a percepción, porque en alemán designa el tomar o recibir [nehmen] lo valioso [wert] o el valor [Wert], del mismo modo que percepción designa el tomar o recibir lo verdadero [wahr] (Husserl, [1952[ 2005, pp. 16, notas 39, 511). Es la intuición del valor como un objeto, es decir, el objeto, por ejemplo, de un disfrute o gozo, pero se trata de un objeto incipiente o un preobjeto que sólo se convertirá en un objeto en sentido estricto a través de una ulterior objetivación dóxica. El valor y la captación del valor presentan una correlación intencional, con su polo noemático y su polo noético, análoga a la relación entre lo percibido y la percepción. El valor tiene una idealidad que se contrapone a la realidad de la captación del valor, que es contingente. No es un componente real-inmanente del valorar: “Los valores son valores en sí, sean contingentemente valorados o no, y, por otra parte, no son momentos o componentes en el valorar, porque en este caso deberían surgir con el valorar y perecer con él” (Hua XXVIII, pp. 249 y ss.).
Con los actos constituyentes se introduce la distinción entre tema y horizonte. El sentimiento se configura como un acto intencional que está acompañado de una conciencia de horizonte en forma análoga a los actos dóxicos y volitivos. Husserl escribe: “Yo hago un seguimiento y ahora estoy junto-a-ello [Ich leiste Folge, und nun bin ich dabei]” (HuaM VIII, p. 319). Esta correspondencia, seguimiento, y estar-junto-a son los momentos terminales de una serie de modos previos [Vormodi] del yo: el ser-atraído [Angezogensein] y el volverse-hacia [Zuwendung] o ser-dirigido-hacia [Darauf-Gerichtetsein] que responden a un afectar o interpelar, a una atracción o rechazo. El volverse-hacia tiene dos modalidades que responden a una afección positiva o negativa, esto es, a un “estar-dirigido al permanecer-junto-a [Dabeibleiben] que goza en el placer (o al acrecentar-en-el-permanecer-junto-a) o al no-permanecer-junto-a que padece desplacer (dirigido-a o dirigido-a-apartarse, y sin embargo ambos en el modo del ‘junto-a’ [Dabei] y dirigidos” (HuaM VIII, p. 320).
Husserl afirma que el “estar-junto-a” se ha de llamar también “estar interesado actual” (Hua XLII, p. 358) y establece una relación entre sentimiento e interés. Ya en un manuscrito de 1893 analiza la cuestión (Hua XXXVIII, pp. 159-189), y en el curso de 1905/05 afirma que “los sentimientos aparecen como auténticos motores y fuentes del interés” (Hua XXXVIII, pp. 107 y ss.). A diferencia de la mención o intención, el interés en el objeto tiene una base en el sentimiento y una intensidad que responde a este fundamento emocional. En la mención, el yo está vuelto hacia algo con mayor o menor concentración hacia el objeto, pero esta intensidad responde a un interés que se entrelaza con la mención y está motivada por el sentimiento. El interés presupone que la mención intencione el objeto separadamente y motiva un mayor conocimiento del objeto motorizado por el sentimiento. La mención misma es independiente del sentimiento. En escritos del periodo genético se pierde esta independencia de la mención o intención frente al sentimiento y se reafirma la ligazón entre interés y sentimiento: “Por ‘interés valorante’ —captado del modo más amplio: por interés práctico—, entendemos todo comportamiento sintiente-gozante [genießend-fühlende] que reposa sobre particulares afecciones axiológicas, pero también un comportamiento proyectante, planificador y ejecutante” (HuaM VIII, p. 325). El sentimiento no sólo condiciona el interés sino al mismo acto intencional objetivante.
En una descripción que atañe a todo tipo de acto, Husserl escribe: “El ser-junto-a del yo tiene modos de la atención, de la attentio, del estar-junto-a primario o secundario, y entonces el objeto primario del acto (que muy bien puede ‘implicar’ una multiplicidad) se llama ‘primer plano’, y el secundario, en sus eventuales diferentes niveles, ‘trasfondo’” (Hua XXXIX, p. 359). En relación con el estar-junto-a se diferencia entre “el estar-junto-a más cercano y más lejano” [das näher und ferner Dabeisein]. Husserl se refiere a “distintos conceptos de trasfondo” (HuaM VIII, p. 184). Más allá del tema hacia el cual se dirige la atención del ego, hay un primer trasfondo compuesto por lo que es advertible en menor grado. Son sentimientos que con menor intensidad acompañan al de mayor fuerza. Por ejemplo, un sentimiento orientado al valor sensible de la comodidad puede estar en el primer plano teniendo como trasfondo un valor espiritual al que sirve de medio. Un segundo trasfondo está constituido por un “trasfondo de lo ‘inconsciente’, de lo que no habla de acuerdo con todos sus ‘componentes’, pero tampoco como un todo, de una noche que es silenciosa, que ya no hace ningún llamado y no contiene en sí ningún llamado” (HuaM VIII, p. 192). Una motivación emocional lejana como una experiencia que ha provocado ese interés espiritual puede haber quedado en la total latencia, es decir, en el grado cero de vivacidad de la conciencia o indiferenciación total.
4. Resonancia
El cuarto nivel es el de los actos experienciantes concebidos como apercepciones incluidas en una universal apercepción del mundo. La apercepción o aprehensión analogizante es una forma de intencionalidad en que el presentarse de algo implica el darse concomitante de otra cosa como apresentada. Es un fenómeno de parificación en que algo evoca a otro por una asociación basada en la semejanza. El caso más elemental es el de la cara percibida de un objeto que remite a otras caras no-percibidas pero apercibidas. En lo que atañe a los actos experienciantes, sus objetos se esbozan en torno del objeto dado como un suelo adquirido.
Conocemos objetos en virtud de actos constituyentes, y este conocimiento da lugar a un horizonte de familiaridad que puede ser actualizado en actos experienciantes. Husserl efectúa las siguientes distinciones. En primer lugar, las afecciones de nivel inferior son las de la sensibilidad primaria que se encuentra en relación con los campos de sensación. En segundo lugar, las apercepciones de nivel inferior son aquellas en que la dación de sentido es llevada a cabo por primera vez. En tercer lugar, las afecciones de nivel superior designan lo que Husserl llama también sensibilidad secundaria, esto es, la afección por los actos constituyentes que han sedimentado, componen nuestra posesión del mundo. En cuarto lugar, los objetos de nivel superior u objetividades acabadas equivalen a objetos que han sido previamente constituidos y componen nuestra familiaridad con el mundo. La experiencia de estos objetos de nivel superior no los constituye porque sólo implica una anticipación en un horizonte de conocimiento típico que requiere una plenificación (HuaM VIII, p. 336). Husserl no sólo habla de objetos de nivel superior, sino también de “el nivel más elevado, el nivel clausurante de toda constitución concebible” como “un suelo que, como ya constituido, está ya ahí para la subjetividad”. Y añade: “El último nivel del mundo es aquel en que el mundo tiene un abierto horizonte infinito y sentido de ser, que tiene todo lo que ha de ser configurado en cada caso ya predelineado en este horizonte, en esta forma de sentido” (HuaM VIII, pp. 239, 396).
El horizonte de familiaridad equivale a un complejo de intenciones orientadas en virtud de la sedimentación de anteriores percepciones, sentimientos y voliciones. Se adquieren capacidades para conocer, valorar y obrar de una determinada manera que se trasponen en forma típica a actos ulteriores. Sobre esta base estamos dirigidos al mundo en un “apuntar desde la capacidad” [Abzielung aus Vermögen] en que “lo que accede a la intención está predado”, de modo que se intenciona algo a partir de “un tener-anticipadamente-certeza de un camino hacia ello, hacia lo ‘existente’ de antemano para mí, esto es, de un poder-hacia-ello, de un tener-acceso-hacia-ello” (Hua XXXIX, p. 357). Por tanto, un tercer aspecto del sentimiento concierne a un trasfondo o medio de la afectividad respecto del cual tienen una resonancia no sólo los sentimientos sensibles despertados por los datos de sensación, sino también las apercepciones o aprehensiones de esos sentimientos. El trasfondo y estas resonancias componen un temple de ánimo. Se trata de un trasfondo del sentimiento o medio de la afectividad compuesto por los sentimientos sensibles y al que se incorporan también las apercepciones de valor. Y la unidad del temple permanece incluso con la desaparición de sentimientos y captaciones de valor singulares. El siguiente pasaje merece ser citado en su integridad:
Los sentimientos sensibles forman ahora un constante trasfondo (einen ständigen Hintergrund) que, en la conciencia desarrollada, está relacionada con la corporalidad, y se encuentran en constante excitación y excitabilidad. Todo sentimiento excitado por nuevos datos de sensación encuentra su resonancia (Resonanz) e influye en todo el medio del sentimiento (das gesamte Gefühlsmilieu) que marcha en conjunto hacia la unidad del temple de ánimo (Einheit der Stimmung). Lo mismo vale para toda apercepción de valor evocada como sea en el sujeto consciente, de cada unidad de conciencia valorante, que, como unidad de un más elevado sentimiento organizado tiene una resonancia en el temple de ánimo (Hua XXXVII, p. 326).
En suma: un nuevo medio total de carácter emocional emerge con la sedimentación de los actos de sentimiento, y por su carácter de trasfondo determina, tras el paso por la intencionalidad, una situación análoga por su universalidad a la establecida con anterioridad a la intencionalidad en el primer nivel por el protosentir y en el segundo nivel por la participación del sentimiento en la articulación de prominencias y el relieve afectante.
El sentimiento experimenta obstáculos y disgustos, pero procura superar esta situación en virtud de la certeza vital de poder seguir viviendo. La disposición positiva presupuesta por tal certeza vital refleja la circunstancia de tener en el modo del horizonte la certeza de la superación de todo descontento. Se desenvuelve, pues, el horizonte de un “temple de ánimo total como algo positivo en la totalidad, la totalidad del temple de ánimo, que, como unidad de un temple de ánimo, tiene el modo de la certeza” (Hua XLII, p. 495). Al cambio de todos los temples de ánimo singulares se superpone un temple de ánimo total que permite una visión de sobrevuelo respecto de toda la vida. Esto no sólo proporciona una satisfacción en el momento presente de la vida, sino que constituye “una intencionalidad afectiva de la segura esperanza [Gefühlsintentionalität der sicheren Hoffnung] que anticipa el futuro” (Hua XLII, pp. 427 y ss.).
En el cuarto nivel, pues, la horizonticidad del sentimiento tiene el carácter de un trasfondo constante que remite al pasado y se enriquece con la sedimentación de vivencias afectivas y captaciones axiológicas. Se trata de una familiaridad que no requiere ser clarificada por la plenificación intuitiva mediante un sentimiento presente determinado, sino que anticipa y atraviesa cualquier sentimiento. Se podría decir que, en lugar de estar junto a algo, el temple de ánimo total está junto a nosotros en la totalidad de nuestra vida.
5. Prospectiva
La intencionalidad afectiva de la segura esperanza está ligada primariamente a la pasividad y a la sedimentación de experiencias pasadas. Pero adquiere una continuación activa en el último nivel del sentimiento que se relaciona con el horizonte abierto por el amor. Si los niveles anteriores giraban en torno a la constitución presente del mundo —intencionalidad— y de la sedimentación de la constitución pasada —resonancia, este nuevo nivel se une a una prospectiva, es decir, a la configuración y realización en el futuro de valores superiores a partir de valores inferiores: “El ser humano vive en la ‘infinitud’, que es su constante horizonte vital, sobrepasa los instintos, crea valores de nivel superior y sobrepasa estos valores” (Hua XV, p. 404). Consecuentemente, nos encontramos en un mundo abierto hacia valores que se incrementa al infinito. La prospectiva conduce como polo ideal a una comunidad de la verdad y del amor; de acuerdo con la concepción de la razón, no admite ninguna diferenciación teórica, afectiva o práctica porque “los diferentes tipos de razón se compenetran y constituyen una única razón con lados esenciales” (Hua XXVIII, p. 228). La cuestión aquí es un estar-junto-a la teleología teniendo en cuenta que ella no es una característica del mundo predado como algo existente o predelineado, sino que se encuentra bajo la responsabilidad del yo activo en “un proceso de acrecentamiento del interés, del estar-junto-a” (HuaM VIII, p. 272).
Husserl afirma: “El amor en sentido auténtico es uno de los problemas fundamentales de la fenomenología […]” (Hua XLII, p. 524). Un movimiento comienza con el amor sensible, se abre paso al amor espiritual, va más allá de lo individual, y finalmente abarca la realidad de todos los hombres. Esto se relaciona con una tabla jerárquica de valores. Frente a los valores sensibles se encuentran los valores espirituales que comprenden los valores del conocimiento, el arte, la religión y la persona. Respecto de la relación de los valores del amor con los valores sensibles de nivel inferior, Husserl subraya dos cuestiones. Por un lado, hay valores sensibles que están fundados en los valores del amor como, por ejemplo, la dicha y el orgullo de la madre por sus hijos. Por el otro, valores de gozo de nivel inferior pueden adquirir un valor de amor cuando son condiciones de posibilidad de los valores del amor. Por ejemplo, dentro del amor al prójimo, se encuentran valores de nivel inferior como la utilidad, la complacencia, etc., que adquieren un valor de amor mediato, en la medida en que son apreciados bajo la idea de que pueden operar como condición de posibilidad de los valores sociales del amor: “[…] valores de gozo del inferior pueden alcanzar mediatamente un valor de amor en razón de que son condición de posibilidad de los valores del amor” (Hua XLII, p. 470). Husserl observa que
[…] todos los valores específicamente ‘espirituales’ surgen […] de las fuente del amor […] Todos los valores surgidos del amor personal, no solo los que dan valor a la persona misma, tienen la propiedad de que ellos mismos necesitan una entrega amorosa —una entrega amorosa que, inversamente, concede en una irradiación retrospectiva, a toda persona que la ejerce, por ejemplo que practica la entrega a una obra de arte superior, un acrecentamiento de valor personal (Hua XV, p. 406).
En el nivel superior, el sentimiento abre un horizonte infinito de realización de valores a través de la participación del amor en el descubrimiento de todos los valores y en la realización de los valores de la persona. Los valores de la persona o valores del amor son caracterizados como “los valores más elevados” (Hua XLII, p. 316). Pueden ser valores personales individuales que se centran en el amor a sí mismo y valores personales sociales que giran en torno del amor al prójimo. Ambos tipos son compatibles en el caso de que no se trate de un amor egoísta motivado, de un lado, por la búsqueda de poder o riqueza, y, del otro, por la utilización del otro: “Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Hua XLII, p. 469). La “ley del amor” dice que, si tengo dado al otro en la empatía, debo simpatizar con él y amarlo porque “promoverlo como este sujeto es mi deber absoluto” (Hua XLII, p. 337).
La universalidad del sentimiento se ha manifestado en el sentimiento total que impregna el horizonte inicial originario con anterioridad al surgimiento de la intencionalidad y en la noción de temple de ánimo total que emerge con posterioridad a ese surgimiento. Y culmina con la exigencia de una comunidad del amor a la que se orienta la historia racional, bajo el imperativo categórico de aspirar a lo mejor posible, y en camino hacia la felicidad de la humanidad como un todo sin el cual no es posible la felicidad individual. La progresiva elevación de la humanidad en una infinita tarea de desarrollo ético es proyectada como “un horizonte abierto de vínculo social de amor y comunidad de trabajo, en el que todos nosotros, en término medio, avanzamos y podemos ayudarnos en la elevación de la existencia” (Hua XLII, p. 332).