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En las páginas siguientes nos proponemos desarrollar, a partir de un pasaje de la historia de la semiótica, un estudio que no sea ajeno a la aproximación semiótica del discurso en ciencias sociales, semejante a aquel iniciado en la obra dirigida por Greimas y Landowski en 1979. Esta aproximación se caracteriza por la atención que presta a dos aspectos de los textos ordinariamente soslayados en los comentarios de inspiración filosófica: la enunciación y los significantes del discurso. En el caso que nos ocupa, concerniente al análisis del concepto principal de la teoría tensiva, es decir, la tensividad en sí misma, cuyo origen Claude Zilberberg ha reconocido en la teoría de Hjelmslev, convendrá, por un lado, observar bajo qué formas significantes dicho concepto ha pasado de un texto al otro, con la finalidad de interrogar, de esta manera, las diversas reformulaciones que este concepto ha tenido; se trata, por otro lado, de interpretar los efectos de sentido ligados a la recuperación conceptual, prestando particular atención a los valores transmitidos por la práctica de la reformulación. Esta atención sobre las formas enunciativas y enunciadas evitará tomar como juez “las intenciones del autor”, para no caer en la trampa de la exégesis filosófica, pues si bien a menudo contiene erudición y brillantez, corre el riesgo de llegar a ser reduccionista.
Por lo demás, este estudio es de fácil comprensión, gracias a la inteligencia que el propio Zilberberg tiene sobre los problemas de la enunciación y las condiciones significantes. En lo concerniente a la recuperación y a la transmisión, su compromiso con la teoría hjelmsleviana se ha hecho explícito desde el Prefacio de su primer trabajo teórico, Essai sur les modalités tensives [Ensayo sobre las modalidades tensivas] (1981), en el cual destacaba esa singularidad: la referencia a Hjelmslev es actualmente poco habitual debido a la escandalosa ignorancia —¿incomprensión o indiferencia?— a la que se ha confinado la obra del lingüista danés.
De modo que esta exposición se ofrece a manera de homenaje a la práctica discursiva de Zilberberg, en un momento en el que muchos de sus contemporáneos (no sólo semiotistas) manifestaron cierta indiferencia con respecto a la cita de las fuentes (al menos con respecto a las normas vigentes), evitando reconocer explícitamente lo que sus pensamientos les debían a los de sus predecesores; es por ello que este planteamiento semiocrítico se basa en la revisión de sus textos.
Este artículo se desarrolla en tres partes, habida cuenta de que los textos examinados seguirán el orden cronológico de su publicación. En principio, los efectos del movimiento discursivo de la transmisión han sido tomados del Ensayo sobre las modalidades tensivas (1981). Después, los gestos de reformulación serán analizados en detalle a partir de un artículo que da cuenta de una lectura comparada entre Hjelmslev y Brøndal. Por último, mediante las grandes obras teóricas difundidas en lo que va del presente siglo, se mostrará de manera sintética hasta qué punto la transmisión se sostiene en y por el discurso.
1. Transmisión
En 1981, en la obra Ensayo sobre las modalidades tensivas1 se introdujo el término tensividad. El concepto aparece bajo esta forma terminológica pero junto a otro vocablo, el de foria: “El concepto de tensividad —o de foria…” (Zilberberg, 1981, p. vii).
Más adelante en esta obra se propone una solución frente a la doble terminología: la foria es una sustancia cuya forma semiótica sería la tensividad.2 Esta solución testimonia la influencia que el pensamiento de Hjelmslev tiene sobre el de Zilberberg: por una parte, forma y sustancia son términos hjelmslevianos; por otra, el concepto de forma en Hjelmslev, desde el punto de vista teórico, prevalece sobre el de sustancia. El acento puesto sobre la tensividad y sus derivados (tensivo, tensión…), con la atenuación progresiva del término foria, muestra así que la solución presentada busca una afinidad con los preceptos teóricos de Hjelmslev, como así lo reconoce y reivindica el propio Zilberberg (1981) desde el Prólogo, de manera notable en este pasaje:
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Semiótica. Diccionario razonado de la teoría del lenguaje de Greimas y Courtés
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Los Prolegómenos de Hjelmslev
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Los Cahiers de Valéry (1981, p. x).
Las referencias anteriores son un reconocimiento patente de la filiación intelectual de Zilberberg, aunque se complica debido a la pluralidad de referencias, pero por este mismo hecho, valorizada; además, porque la referencia al Diccionario de Greimas y Courtés ofrece la garantía necesaria de un contrato de lectura en el primer círculo de la comunidad científica a la cual se dirige la obra de Zilberberg, esto es, al gremio de semiotistas pertenecientes a la escuela de París o a los simpatizantes con esta escuela. La referencia a los Cahiers de Valéry, por su parte, acredita que la tarea es de valor para la literatura o para un pensamiento literario, es decir, en suma, para una tradición cultural en cuyo valor se pone de acuerdo todo letrado de Occidente. ¿Feliz azar o cálculo retórico? Poco importa, basta con que la valoración de cada una de las dos referencias junto con la de los Prolegómenos participe en la transmisión del pensamiento de Hjelmslev a través del de Zilberberg para considerarse eficaz.
En el Ensayo sobre las modalidades tensivas, regularmente se hace mención a Hjelmslev, corroborando desde la declaración introductoria que los conceptos intensivo vs. extensivo forman parte de la hipótesis tensiva. Sin embargo, no existe algún enunciado que explicite la relación de estos conceptos con la teoría hjelmsleviana. Por otra parte, se debe señalar que la referencia a los conceptos hjelmslevianos de intensivo y extensivo, a pesar de la proximidad terminológica y conceptual, resulta innecesaria en el desarrollo discursivo del pensamiento de Zilberberg. Lo intensivo, en Zilberberg, implica lo tenso, mientras que lo extensivo, lo laxo.
Y, si la tensividad no se articula aún en intensidad y extensidad, esta se da ya para la producción de valencias sobre dos ejes: eje de las continuidades y eje de las discontinuidades. ¿Significa esto que el desarrollo conceptual de Hjelmslev a partir de esos mismos términos no está presente en la mente de Zilberberg? Esto sería sorprendente desde el momento en que los Ensayos lingüísticos, publicados en las ediciones de Minuit diez años antes, en 1971, son citados en esta obra y precisamente a partir de estos es que Zilberberg presentaría la concepción hjelmsleviana sobre dichos términos en dos artículos posteriores.3 Sin pretender insistir demasiado sobre el vacío de información respecto de la citación de las fuentes, se puede observar que no se aprovechan todas las oportunidades de transmitir. La transmisión espera su momento, podría decirse —lo que refuerza la hipótesis del valor asignado a su enunciación. La transmisión del pensamiento hjelmsleviano, como se manifestará a través de la mención y la reformulación, es una elección —una elección del discurso argumentativo— entre otras posibilidades, exactamente de la misma manera en que un novelista hace elecciones narrativas.
El segundo dossier de nuestro examen se constituye por un conjunto de artículos que Zilberberg consagró específicamente a la lectura de Hjelmslev:
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« Connaissance de Hjelmslev (¿Prague o Copenhague?) », aparecido en 1985 en Il Protagora y retomado, en el mismo año, en Raison et poétique du sens;
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en 1986, en Versus, un artículo titulado « Le ‘Mémoire’ de Saussure lu par Hjelmslev » y, en el mismo número, un acta de la edición francesa de artículos de Hjelmslev reunidos bajo el título « Nouveaux essais » (1985) que retoma, por un lado, artículos de Essais linguistiques II (1973) y, por otro, la primera parte del Résumé, traducido por Claude Zilberberg con Emmanuel Zilberberg;
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diez años más tarde, en 1997, en un volumen editado por Alessandro Zinna, un artículo titulado « Une continuité incertaine: Saussure, Hjelmslev, Greimas »; y
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en 2001, en el segundo número de la revista italiana Janus, « Forme, fonction, affect ».
De los propios títulos se colige que cada uno de estos artículos está pensado explícitamente para cierta lectura, y todos ellos destacan cuestiones sobre la transmisión, primero de Saussure a Hjelmslev, después de Hjelmslev a Greimas y, finalmente, de manera más general, de Hjelmslev a los semiotistas continuadores del trabajo de Greimas.
El conocimiento de Hjelmslev no es dado de forma desinteresada, pues compromete la responsabilidad del lector, no sólo, según las instrucciones de la crítica especializada, sobre lo que de ahí se deriva, sino también por el hecho mismo de la relación, de la puesta en relación, lo que va de sí pero jamás es dicho, esto es, jamás es profundizado ni examinado de manera adecuada. La lectura de Hjelmslev hecha por Zilberberg permite situar su propio pensamiento, en particular frente al pensamiento de quien, en el imaginario de la comunidad de semiotistas como para él mismo, figura como un padre, es decir, Greimas, por supuesto. Si no se cometiera el ridículo de llamarlo así, podría decirse que Hjelmslev es el abuelo a quien Zilberberg enfrenta al padre. Porque resulta exactamente eso: Hjelmslev es el padre del padre, no sólo objetivamente, en la lectura que Zilberberg hace de él, sino también en el propósito mismo de esta lectura. En efecto, Zilberberg muestra cómo Greimas reivindica la ascendencia de Hjelmslev sin dejar de poner en duda que lo haya leído.4 Pero ¿a qué se le llama aquí leer? Numerosas hipótesis argumentativas se presentan para negar a Greimas la cualidad de haber transmitido el pensamiento de Hjelmslev. Según una primera hipótesis, no habría leído bien: crítica filológica, según el comentario filosófico clásico. O bien, segunda hipótesis, no lo habría leído exclusivamente: otras fuentes, por ejemplo, aquella de Praga, con otros retos, han interferido la transmisión, situación que el mismo Greimas ha reconocido en la entrevista con Zinna publicada en el mismo número de Versus consagrado a la recepción semiótica de Hjelmslev:
En lo concerniente al proyecto de construcción de una semántica estructural, no llegué a visualizar este artículo « Pour une sémantique structurale ». Leí mal. Todo mi saber proviene de los Prolegómenos. He ahí el primer intento de Hjelmslev de hacer la semántica diciendo que el lexema “vaca” es igual a “buey” + “femenino”. Sobre este plano, estoy con Jakobson y no con Hjelmslev. Seguí a este último… (Greimas, 1986, p. 47).5
La tercera hipótesis se corresponde con la tercera exigencia del principio de empirismo; según Hjelmslev, Greimas no lo habría leído exhaustivamente. Esta hipótesis es la menos comprometedora, sin duda, que mantuvo Zilberberg. En el artículo de 1997, evoca así cinco temas hjelmslevianos olvidados por Greimas. Ahora bien, el comentario de cuatro de estos temas ofrece a Zilberberg la ocasión de poner en el centro de su propia lectura de Hjelmslev el concepto de intensidad. De nuevo, la operación es perfectamente asumida por Zilberberg (1997), quien concluye diciendo que hay “el sentimiento de que una cierta homogeneidad constriñe a los cinco motivos abordados, que la intensidad circula en ellos cual [sic] un fantasma, que la dirección, la rección, la extensión son morfologías funcionalmente asociadas a los valores de la foria” (p. 188). Y agrega de inmediato, poniendo en continuidad directa la lectura transmitida y el trabajo colectivo por realizar, que “no obstante, una homogeneidad parcial denuncia ella misma su insuficiencia. El reconocimiento de la intensidad como ‘constancia concéntrica’ es asunto de paciencia-virtud, como se sabe, greimasiana” (Zilberberg, 1997, p. 188).
¡Notable formulación que se repite en la reverencia al maestro que acaba de criticar! La transmisión no es una ortodoxia. La tradición que permite establecer no es la de la enunciación (la formulación) de una repetición de un significante sino la actualización (la reformulación) de un significado.
Dos citas explícitas lo habrán de atestiguar. La primera se encuentra en el mismo artículo, unas páginas adelante del pasaje citado con anterioridad:
Uno se cree con el derecho de lamentar que Greimas no haya insistido sobre esta aproximación [entre el concepto hjelmsleviano de rección y el concepto semiótico de modalidad] que procura a la lingüística una amplificación valuativa insigne y a la semiótica una tradición, una inscripción en una continuidad, es decir, un enriquecimiento (Zilberberg, 1997, p. 185).
Lo que Zilberberg denomina amplificación valuativa, subrayando la expresión, es precisamente el proceso de la transmisión. La segunda cita cierra la entrevista con Amir Biglari aparecida en las Entrevistas semióticas, en forma de respuesta a la pregunta “¿Qué le gustaría agregar?”:
La prolongación de la teoría greimasiana no escapa a la ambivalencia. En efecto, repetir estrictamente la enseñanza de Greimas es la mejor manera de virtualizarla […] La época no admite más que la novedad y pone como imperativo indiscutible su renovación. Pero esta exigencia que nadie sabría eludir da lugar a que la continuación suponga un grado de traición —incomodidad… (Biglari, 2014, p. 425).
No se puede situar la transmisión con más determinación en el centro de las preocupaciones: teniendo en la mira el futuro de la semiótica, como es el caso de una conclusión libre,6 en una suerte de prolongación incómoda, Zilberberg indica cuán delicado es, para los semiotistas, liberarse del pensamiento de un maestro.
2. Reformulación
Antes que todo, quisiera examinar en detalle un caso de reformulación extraído de un artículo que no está directamente dedicado a Hjelmslev, lo que bastaría para justificar el carácter un poco superficial, si no es que arriesgado, de la reformulación consagrada a la pareja de conceptos intensivo y extensivo. Este artículo, titulado « Relation et rationalité. Actualité de Brøndal » apareció en la revista Langage en 1987 y ha sido reeditado, bajo un título abreviado, a modo de segundo capítulo de Raison et poétique du sens (1988). El comentario de Hjelmslev aparece allí, como era de esperar, para compararlo con las tesis de Brøndal. En este caso, dicha comparación se relaciona con “las ‘estructuras elementales’ de la significación” (Zilberberg, 1987, p. 65),7 por lo que el lector que sabe de semiótica entiende inmediatamente que tal comparación se sitúa en los términos y el contexto de una problemática propia de los semiotistas greimasianos —la sintaxis argumentativa de los gestos discursivos se puede expresar por lo tanto, mediante el esquema siguiente:
Transmisión (de conceptos) → Comparación (de sistemas de pensamiento) → Actualización (de una problemática teórica)
Con la consecuencia paradigmática de homologar, en la argumentación, conceptos, sistemas de pensamiento (en los que dichos conceptos son los instrumentos) y problemática teórica (que esos sistemas de pensamiento manifiestan).
Leamos:
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Para Brøndal, si dejamos de lado los complejos positivo y negativo, dos parejas aparecen: la pareja A/B y la pareja A/C, que se puede visualizar así (Figura 1):
Reformulación asumida, habida cuenta de que Zilberberg introduce esas esquematizaciones, con la acotación de que la comparación se hace “utilizando las convenciones gráficas propuestas por Hjelmslev” (Zilberberg, 1987, p. 65). No estoy seguro de que no podamos, según la crítica filológica, oponerle una ortodoxia al término complejo C; para Brøndal, no se recobraría nunca el neutro (y habría desde entonces la misma representación que B) —se puede dejar abierta la cuestión, aunque haya, lo veremos, repercusiones sobre la comparación. A continuación, se presenta el sistema de Hjelmslev:
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Para Hjelmslev, siguiendo lo expuesto en la Catégorie des cas, se posicionan tres pares (Figura 2):
La comparación entre los dos sistemas de pensamiento, como se nota, descansa en la esquematización gráfica que da a entender una homología estructural entre conceptos brøndalianos y conceptos hjelmslevianos debido a la identidad de la representación. Lo que se transmite no son sólo dos sistemas de pensamiento sino, por igual, la posibilidad de compararlos. De hecho, la comparación no puede ser sólo responsabilidad del comparador; es necesario también que alguna cosa sea homologable entre los sistemas transmitidos.
A esto se agrega el hecho de que la comparación vuelve a encontrar los términos retenidos por Greimas para la estructura elemental de la significación: neutro, complejo, par contrario, par contradictorio. En consecuencia, la totalización histórica en la que se integran los sistemas brøndaliano y hjelmsleviano apunta también hacia un futuro próximo: el de una posible contribución de los resultados de esta comparación a una teorización en curso, llevada a cabo por los semiotistas. El resto del artículo demuestra la plausibilidad de este futuro próximo, debido a que los resultados obtenidos por la comparación se aproximan a la teoría de las catástrofes de R. Thom, la cual ocupaba entonces el frente de la escena semiótica.
No obstante, conviene observar con atención dónde y cómo opera la reformulación. En la presentación del sistema hjelmsleviano, la reformulación se encuentra en la obra, al menos según dos aspectos. Primeramente, a pesar de la declaración preliminar sobre “convenciones gráficas propuestas por Hjelmslev”, las esquematizaciones presentadas en la página 66 se apartan mucho de su presentación en La catégorie des cas. En efecto, la diferencia estructural entre el término α y el término ß se encuentra borrado. Para Hjelmslev ß, (al mismo tiempo que B, γ y Γ) se distingue de α (y de A) por su nivel de énfasis, nivel que Hjelmslev representa con una diagonal invertida (Figura 3):
Además, la orientación, positiva o negativa, de la intensidad no está precisada. En realidad, para α, por ejemplo, al menos dos representaciones gráficas disímiles están previstas por la teoría (Figura 4):
En segundo lugar, si los símbolos utilizados (α, A, ß, B, γ y Γ) están conformes con el sistema hjelmsleviano, los términos metalingüísticos confirman, habida cuenta precisamente del carácter sistemático del pensamiento de Hjelmslev, dos omisiones: las del neutro y del complejo, términos que tienen su lugar en el sistema hjelmsleviano (γ es complejo, Γ es neutro), como por lo demás, Zilberberg (1987, p. 70) recordará más adelante en su artículo.
La reformulación procedió, pues, a una simplificación, omitiendo los parámetros definitorios de los términos o las denominaciones técnicas de dichos términos. Ahora bien, esta labor de reformulación tiene un impacto en la comparación y la actualización que han provocado.
Procedamos, una vez más, paso a paso. Para la comparación, la reformulación simplificadora ha elevado enormemente el grado de comparabilidad entre los dos pensadores. Zilberberg lo había reconocido, pero solamente con respecto a Brøndal. Si no fuera por estas simplificaciones, se verían obligados a admitir que se comparan peras con manzanas, es decir, en el caso de Brøndal, los grupos de términos; mientras que en el caso de Hjelmslev, se trata directamente de los propios términos. Si, por ejemplo, con Hjelmslev γ es comparable a la B de Brøndal, es sólo porque B representa el grupo de términos positivo y negativo. Pero, si se hubiera tenido que representar estos términos tal cual, se habría esquematizado así (Figura 5):
Ya no habría manera de hacerlos comparables a γ.
Por otra parte, C, el complejo de Brøndal, se ha vuelto homólogo de A, término extensivo en Hjelmslev, tal como Zilberberg ha dado a entender, en relación con las convenciones gráficas adoptadas, en las que el complejo brøndalino debía incluir el neutro. No obstante, nada impide, en sí mismo, conferirle una idéntica configuración que B (grupo de términos positivo y negativo en Brøndal), lo que habría permitido su aproximación con el término γ, y no sólo con A, en Hjelmslev.
Los resultados de la comparación son entregados por Zilberberg después de una discusión en torno a problemas que requerían pronta solución, es decir, una actualización de problemas que planteaban. Lo anterior se sintetiza en una tabla de tres columnas: la primera designa los términos de la actualización, las dos siguientes contienen ciertos términos de los sistemas brøndaliano y hjelmsleviano tal como Zilberberg los ha presentado (Tabla 1):
Tabla 1
Brøndal | Hjelmslev | |
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Contensivo | positivo y negativo | Intensivo |
Detensivo | complejo | Extensivo |
[i] Fuente: Zilberberg (1987, p. 67) .8
Ahora bien, sobre el mismo modelo, la tabla que se obtiene cuando se suspenden las simplificaciones operadas para la reformulación es la siguiente (Tabla 2):
Tabla 2
De esta manera, el único término para el cual una homologación verosímil es posible entre los dos sistemas es aquel que Zilberberg no ha considerado en su síntesis: el neutro.
Finalmente, se pueden examinar, por lo tanto, los efectos que la reformulación provoca en la actualización del problema teórico visto por Zilberberg, el de la estructura elemental de la significación. Sin que vayamos demasiado lejos en el comentario (habría manera de profundizar), se observará que el sistema hjelmsleviano presenta tres parejas (seis términos, por lo tanto), de las que Zilberberg sólo retiene dos, las cuales con los dos “términos” provenientes de Brøndal, muestran una tabla con doble entrada, dos por dos, de conformidad con las expectativas suscitadas por el problema de la estructura elemental de la significación desde su elaboración en el cuadrado.9
Sin lugar a dudas, el filólogo se detendría aquí, e incluso su comentario se habría agotado mucho antes. Constatar la reformulación es para él el término ad quem de la investigación. Por otra parte, nos encontramos en el reino del espíritu, con el encadenamiento ya propuesto: concepto → sistema de pensamiento → problemática teórica / tema filosófico, dando derecho a una extensión concomitante del significante:
Como se advertirá, el reino del espíritu no se considera necesariamente como uno trascendente; es sólo un reino expandido en la argumentación (discursiva) y en la transmisión (interdiscursiva). Es en estos límites expandidos que Zilberberg ha leído a Hjelmslev, como lo testimonia su declaración extraída de la entrevista con Biglari: “Mi propuesta sigue a Hjelmslev al pie de la letra, pero a Greimas en el espíritu” (Biglari, 2014, p. 401).
En cuanto a las dos o tres páginas que estamos examinando en detalle, estas ciertamente parecen ocupadas, entre otras cosas, en poner en términos hjelmslevianos una problemática greimasiana. Decimos que “parecen” porque no se encuentran en la reformulación del pensamiento de Hjelmslev. Si un pensamiento debiera estar aquí considerado como reformulado, sería más bien el de Greimas: se trata en estas páginas de insuflar el espíritu de Hjelmslev en los problemas greimasianos y, más ampliamente, en los problemas semióticos. Es por esta apertura que la reformulación en los términos de Hjelmslev resulta necesaria y que una transmisión de su pensamiento se pone en marcha.
Actualizar un concepto a la luz de un problema es ofrecer, por una parte, una resolución y, por otra, invitar a una apertura. Los términos hjelmslevianos son el fruto de un trabajo que permite resolver, dar por resuelto, un problema. Al mismo tiempo, el sistema de pensamiento que estos términos testimonian abre la estructura elemental de la significación y la lleva hacia nuevos aspectos. La transmisión de un concepto reside enteramente en dicho trabajo de apertura que nuestros amigos filólogos se rehúsan a emprender adoptar.
También el propósito de la breve nota 15 sería para ellos propiamente ininteligible. Esta nota acompaña la presentación del sistema hjelmsleviano con la confesión siguiente: “Se tiene que reconocer que las razones por las cuales los términos B y Γ son designados como ‘extensivos’ no son del todo claros” (Zilberberg, 1987, p. 66). En efecto, dentro de la reformulación zilberbergiana no se sabría ser claro, por las razones dadas más arriba. Sin pretender que fuera suficiente aclarar el problema planteado, un motivo que se podría discutir siguiendo La catégorie des cas es que el carácter extensivo no se debe al número de casillas cubiertas por un término, sino por el estatus mismo de estas casillas. El primer recuadro (partiendo de la izquierda) se da por definición para intensivo, mientras que los otros dos se dan para extensivo. Por lo tanto, B y Γ son entonces extensivos porque ocupan casillas definidas como tales. Asimismo, si A es extensivo, no es porque ocupe tres casillas, sino porque ocupa, al menos, una casilla extensiva, la casilla extensiva que tiene por propiedad difundir su significación sobre las otras casillas. Y, si nos preguntamos por qué γ es intensiva, dado que ocupa también una casilla extensiva, es necesario observar que es más extensiva que Γ pero ciertamente menos que ß. La tensividad establece así una escala gradual entre la intensidad y la extensidad donde se distribuyen, porque así lo requiere su definición formal (es decir, funcional) de los términos α, A, ß, B, γ y Γ.10
3. Reformulaciones internas y autotransmisión
La tercera parte del examen está dedicada a los textos posteriores a la lectura de Hjelmslev, en particular Éléments de grammaire tensive [Elementos de gramática tensiva] (2006), Des formes de vie aux valeurs [De la forma de vida a los valores] (2011) y La structure tensive [La estructura tensiva] (2012). Dejamos de lado Tension et signification [Tensión y significación], escrita a cuatro manos, porque plantea con respecto a la mirada de la transmisión conceptual cuestiones que aquí no se plantean.11
Quisiéramos, entonces, la elevación hacia generalidades, limitándonos a observaciones comunes a las tres obras mencionadas, con el fin de encaminarnos hacia una breve conclusión. Abordemos en primer lugar el problema de la transmisión relativa a los conceptos. Desde un punto de vista semiótico, ¿con qué problema se relaciona? Se trata, por supuesto, del problema de su valor, no en un sentido axiológico como se ha discutido hasta ahora, sino en el sentido saussureano. Dicho de otro modo, la transmisión modifica el valor de cambio de un concepto desde que aquél es transportado de un sistema teórico a otro. Cuando un concepto es reformulado y actualizado a la luz de un sistema de pensamiento diferente de su medio original, su valor semántico se encuentra modificado, al punto que se puede legítimamente preguntar si se trata de un mismo concepto. Y si este no es el mismo concepto, ¿qué se está transmitiendo entonces?
Con respecto a la cuestión planteada, el estudio de caso que nos ocupa ofrece algunos rasgos observables. El primero ya ha sido mencionado, y es el menos excepcional, pero a pesar de todo, raro: la precisión y la explicación de la reformulación exponen el mecanismo de la transmisión en todo su aparato semiótico: juego entre varios planos de expresión (gráfico, simbólico y lingüístico), homologación entre sistemas conceptuales distintos y abordaje en una síntesis actualizante —sobre ello no insistiremos.
El segundo rasgo observable consiste en la reformulación del sistema conceptual de acogida, a través de las diferentes obras mencionadas, que Zilberberg designa modestamente como “la hipótesis tensiva”. Esta reformulación es tanto más sorprendente cuanto que es de un libro a otro cada vez más completa y realizada en el mismo género textual (y no, como en Hjelmslev, por ejemplo, donde cada obra está reservada a públicos distintos, según versiones más o menos esotéricas). A medida que aparecen libros, se distinguen dos series conceptuales, cada una establecida según su propio sistema de valores que se ven transformados: la serie de conceptos en préstamo y la serie de conceptos tensivos. Por tanto, no es sólo el trabajo necesario para una transmisión deontológicamente irreprochable que Zilberberg exhibe; es también la transmisión del trabajo, es decir, el ajuste progresivo que implica.
Desde un punto de vista aspectual, la transmisión es iterativa. En el caso de los textos, que son cadenas (sintagmáticas) y que se encadenan también los unos con los otros, se admite que el concepto transmitido afecta el sistema de acogida en el momento mismo de la transmisión, es decir, de su reformulación. Es esta posibilidad que Zilberberg ha aprehendido. E incluso hizo más que eso ya que, de una obra a la otra, ha reiterado el acto de transmisión de los conceptos hjelmslevianos, dicho de otro modo, ha repetido de un texto a otro, la declaración de “préstamo”. Éste es un tercer rasgo notable de la obra zilberbergiana.
Y aquí hay un cuarto y último rasgo: en materia de transmisión, esto no es exactamente un concepto, ni siquiera un par de conceptos, sino tres pares de conceptos que están contenidos en la reformulación tensiva. Los seis conceptos son los siguientes: intensivo, extensivo, intenso, extenso, intensional, extensional. Desde un punto de vista semiótico, hay un sincretismo tan sorprendente como admirable. Es habitual que una reformulación distinga y difunda. En efecto, es una manera conveniente de legitimar la utilidad de la reformulación, ganando en todos los frentes: por un lado, el transmisor es valorado por el hecho de la cosa transmitida; por otra parte, también se destaca al promocionar el nuevo discernimiento contenido en la reformulación. Pero más que una reformulación, como la de intensidad y extensidad, el procedimiento concentra tres pares de conceptos y les asigna un fundamento que los profundiza más que los simplifica, eso es lo insólito. Es notable que este gesto se ajuste al predominio que la hipótesis tensiva concede a la intensidad (concentrada) sobre la extensidad (difusa): la enunciación de la tensividad coincide perfectamente con su enunciado original: es el ejemplo mismo de lo que enuncia, por lo tanto, es ejemplar.
Por otro lado, este sincretismo pone el acento sobre la importancia de los significantes para los conceptos que expresan. Se había comenzado por reconocer que la reformulación consistía en convocar nuevos significantes para uno o varios significados dados. En el caso presente, este significado no está disociado de los significantes que, por el juego de derivaciones prefijales y sufijales, le conceden una cierta pluralidad y variedad, a la vez sobre el plano de la expresión y sobre el del contenido. Una vez más, no se puede menos que celebrar la apropiación enunciativa que Zilberberg hace de los preceptos semióticos. No obstante, la elaboración de esta invariante formal no está hecha de una sola vez. Aquí es donde el examen —muy breve— que queda por hacer sobre las variantes de reformulación en la transmisión de los conceptos hjelmslevianos de una obra a la otra se muestra elocuente:
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En los Éléments, se dice que “tres pares interfieren desde el punto de vista del significante” (Zilberberg, 2006, p. 13);
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pero en Des formes de vie aux valeurs, “la hipótesis tensiva [no] pide prestados [más que] dos pares de categorías” (Zilberberg, 2001, p. 8), dado que el tercer par fue considerado, entretanto, “desdeñable” (Zilberberg, 2006, p. 214);
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finalmente, la solución presentada en La structure tensive es pedir prestada “a Hjelmslev la pareja de prefijos in- y ex-, pareja que es uno de los resortes de su terminología” (Zilberberg, 2012, p. 21).
De esta manera, lo que Zilberberg reconocía deberle a Hjelmslev, lo que en realidad nos transmite en y por su propio pensamiento, es su carácter sistemático y semióticamente articulado. Entonces, el hecho que el Essai sur les modalités tensives opusiera los conceptos de tensión y de laxitud, y que las obras siguientes los sustituyeran por los conceptos de intensidad y de extensidad, permite explicitar, si no legitimar, la búsqueda de coherencia que se encuentra en la obra. Tal es la transmisión del trabajo de Zilberberg: escrupulosa. No en nombre de un valor de fidelidad, inutilizable y, en cualquier caso, inalcanzable y, por lo tanto, virtualizante, sino debido al concepto de tensión, palabra clave que aporta una fuerza, un tempo, del impulso y del evento. La transmisión se encuentra en el corazón de la escritura zilberbergiana.
Una última observación, para terminar: en la sucesión de reformulaciones también hay algo sobre los Prolegómenos, el “libro de cabecera” de Greimas. En los Éléments, Zilberberg señala que el par extenso vs. intenso (el segundo del cual habla) está “también ausente en los Prolegómenos” (Zilberberg, 2006, p. 13). Asimismo, en Des formes de vie aux valeurs, estos pares “no son mencionados en los Prolegómenos” (2011, p. 8). ¿Se entiende lo que estas observaciones tienen de insatisfactorias? Sin embargo, en La structure tensive el escrúpulo se atenúa y la formulación alcanza precisión: “La hipótesis tensiva en su forma actual, la problemática hjelmsleviana del análisis y el estatuto de la definición en los Prolegómenos son ‘variedades’ de un mismo funcionamiento” (Zilberberg, 2012, p. 22).
Un mismo funcionamiento, sí, porque es cierto que los sistemas de pensamiento de Hjelmslev y de Zilberberg pueden converger en un funcionamiento, siempre que su variedad, con el tiempo histórico que esta supone, se mantenga.
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No toda reformulación necesariamente es exitosa, pero siempre intenta decir mejor. Agrega valor, el hecho de valor, donde no lo había. Si bien se puede citar sin iniciar un procedimiento de valoración, reformulando una idea o un concepto prestado de otros, inevitablemente transmitimos. Evidentemente, es posible transmitir una idea que no se comparte, no se valoriza menos por el hecho de mostrar (incluso mejor que citar) en qué consiste esta idea. Sin embargo, el hecho del valor asociado con la reformulación a menudo resulta en una cierta opacidad que rodea la transmisión. El comentarista debe entonces desplegar tesoros de inventiva para deconstruir las síntesis, completar las elipsis y restaurar así las cadenas textuales de la transmisión. No sucede así con Zilberberg, cuya lucidez y honestidad intelectual han guiado este estudio.