En el año 2005 Louis Panier, con la generosidad y calidez que lo caracterizaban, puso en mis manos varios textos de temas diversos sobre semiótica y religión. En medio de ese material tan valioso de diferentes maneras, se encontraba la separata de un artículo de él titulado “Pour une anthropologie du croir. Aspects de la problématique chez Michel de Certeau”, publicado en 1991 con motivo de un coloquio.1

En ese artículo L. Panier, desde una perspectiva eminentemente semiótica, rastrea en la obra de M. de Certeau la propuesta general e interdisciplinar sobre el tema del creer (más bien sobre una antropología del creer) que se alimentó por muchos años de la observación constante sobre las creencias en múltiples culturas —a lo que no se reduce el tema del creer y que no se relaciona necesariamente con el ámbito religioso. Así, L. Panier logra en ese artículo suyo, sistematizar y semiotizar el tema del creer diseminado en la obra de M. de Certeau, aunque es bien sabido que el pensamiento y trabajo de M. de Certeau, siendo interdisciplinario, poseía un gran aliento semiótico.

Hoy, más de diez años después de haber recibido aquel material y más de veinte de su publicación, y luego de mis propias indagaciones, he querido retomar el creer a la luz de las nuevas problemáticas y objetos de estudio de la semiótica y comprender en qué modo —tanto en el sentido de manera, como en el de modalidad— se presenta en los discursos, en los textos, en los relatos, en fin, en las diversas prácticas significantes.

Ahora bien, el creer —tema un tanto disgregado en la teoría semiótica— posee un lugar dentro del provisional inventario de las modalidades y su jerarquización, y forma parte de las llamadas modalidades epistémicas, que se definen como una fuerza cognitiva que conduce a los sujetos, ya sea a tener por cierto algo que pueden comprobar o demostrar, ya sea a tener por cierto algo incomprobable —pero verosímil o probable. Por tanto, la forma que toma esa fuerza cognitiva es la del saber —como en el caso del discurso lógico o científico— y el creer —implicado en el discurso político, publicitario o religioso. Ambas modalidades definirían entonces la competencia epistémica de todo sujeto —sujeto humano, para L. Panier.

Aunque el saber ha sido definido dentro de la teoría semiótica como una modalidad plena, el creer ha ocupado un lugar casi marginal, pues se lo ha considerado usualmente como dependiente del saber. El mismo Algirdas Julien Greimas juzga inapropiado pensar al creer como una modalidad, pero no niega —y más bien nos invita a reflexionar sobre esto— la fuerza y el protagonismo que el creer puede tener incluso por encima, o más allá, del saber mismo. De esta suerte, podría pensarse que el creer ejerce una sobredeterminación tanto en el ser / estar como en el hacer de los sujetos.

En un afán por avanzar en el problema general arriba planteado y abordar ahora ciertas especificidades, hemos convocado en este número de Tópicos del Seminario a reflexionar justamente sobre una de las dos modalidades cognitivas, la del creer, y los modos en que ésta se presenta dentro de los diversos ámbitos y sus discursos, ya sea como determinante de una actividad, como efecto intencional, como modo de existencia o como forma de expresión. Algunos de estos modos —o figuras si se quiere— son la confianza, la fe, la certidumbre, la verosimilitud, la convicción. Así, podemos suponer de entrada y siguiendo a A. J. Greimas y a M. de Certeau que el creer —considerado usualmente como fundamento de la fe religiosa— es el sustento de diversos actos y prácticas semióticas, y puede ser incluso una instancia crucial del discurso científico. A partir de esto surgen algunas preguntas sobre la modalidad del creer, las cuales han sido el eje rector de la convocatoria que hicimos: ¿podemos, en el momento actual de la semiótica, considerar al creer como una modalidad plena?, entre la verdad y la verosimilitud, entre el saber y el creer ¿qué relaciones se pueden establecer?, ¿cómo se presenta el creer en los discursos?, ¿cuáles son los matices semánticos del creer si determina un estado (creer-ser, por ejemplo) o si es determinado por otra modalidad (querer-creer, poder-creer, etc.)?, ¿bajo qué formas se lexicaliza el creer?

En consecuencia, tanto investigadores en semiótica como de disciplinas afines, han participado en la discusión sobre la problemática arriba planteada con el propósito de contribuir en la reflexión teórica y continuar el estudio de los modos del creer. El orden que he dado a estas propuestas responde a los diversos puntos de vista y a la manera singular de abordar el tema. En un primer momento están situados los artículos con una tendencia más teórica, que apelan a otras disciplinas del pensamiento y que tienen como referencia una tradición cultural. Después están los artículos basados en el análisis preciso de casos concretos, pertenecientes a nuestra cultura moderna y que apelan a ciertas formas de vida, tal es el caso del estudio sobre la tira cómica y el filme. El número se cierra con dos trabajos más, situados en otras disciplinas, que dialogan con las ciencias del lenguaje y con la semiótica. Esas disciplinas están, de alguna manera, tanto en el origen teórico como en el destino analítico de la semiótica.

Ese primer momento al que he hecho referencia, abre con el artículo de Raúl Dorra titulado “Modos y grados del creer”. El autor de este trabajo inicia con una pregunta inquietante y sugerente: al ignorar el sentido de lo que se hace y el contenido de lo que se dice ¿se ignora también aquello que profundamente se cree? Tomando como punto de arranque este cuestionamiento —y a través del pensamiento de filósofos, poetas y místicos, así como de los postulados de la semiótica— el autor va dando forma a su propuesta: existe la creencia o más bien el creer, como condición humana, elemental, constante continente de la vida y, finalmente, sustrato de todos los actos. Existen, también, las creencias, contenidos del creer, que se pueden transformar e incluso, desaparecer. El creer, Según Dorra, nos instala ineludiblemente en los terrenos del sujeto y la subjetividad. Cuatro figuras se desprenden del creer y su relación gradual con el saber: el creyente, el crédulo, el inocente y el escéptico. Así, R. Dorra muestra las articulaciones del creer y su gradualidad tomando ejemplos del ámbito cristiano.

La segunda contribución es el trabajo de Manar Hammad que lleva por título “Del creer en lengua árabe”. El autor parte del estudio del término ʾĀmana (creer) y sus declinaciones, que es el más usado en el Corán y es, por esto mismo, que el autor limita su reflexión al ámbito religioso. El análisis, según él mismo, es de carácter exploratorio y provisional —como lo son la mayoría de los estudios semióticos— y se enfoca al nudo semántico que presenta dicho término. La palabra ʾĀmana no puede poseer —como lo hace el creer en lenguas latinas— un doble uso, como acción y como modalidad (uso metalingüístico). El autor se centra entonces, en el estudio lexicográfico de la forma verbal y su familia léxica. Desde esta perspectiva el creer —expresado en su forma ʾĀmīn, por ejemplo— es un acto que designa la fe con valor performativo y veridictorio que afirma el creer. Este estudio no se limita al análisis lexicográfico, pues a partir del despliegue de los términos derivados de creer, otros problemas semióticos aparecen, tales como los de la actancialidad y los de la aspectualidad.

Más adelante, Óscar Quezada Macchiavello, en “De la meta-fe a lo que mata (la) fe: una alegoría de Quino”, presenta un análisis exhaustivo y preciso sobre el humor gráfico expreso en una historieta titulada Mundo Mezquino. Tanto el objeto como el lector al que está destinado, comparten rasgos de la vida moderna contemporánea, poniendo en el centro un problema existencial y la constitución de una creencia. El autor analiza rigurosamente el relato en la historieta desentrañando el semantismo predominante en ella, pues el actor de dicho relato basa su existencia y su posición temporal dentro de su historia de vida, en la fe de los otros y en la meta-fe de sí mismo.

De la misma manera, Ralitza Bonéva en “La fe como forma de vida” se plantea como objetivo estudiar la forma de vida de la fe (cristiana) mediante el análisis del filme Paradies: Glaube (en francés Paradis : Foi; en español Paraíso: Fe) de Ulrich Seidl. Para la autora, esta forma de vida caracterizada por ciertas prácticas en las que el cuerpo es protagonista (dinámica interna del cuerpo del actante), estaría basada en la categoría voluntad de Dios / voluntad propia. El cristiano de fe que deposita su voluntad en la de Dios se rige por el querer creer y el no querer no creer. Surge, así, la figura de la confianza. Este querer creer desemboca en un querer hacer, es por eso que la forma de vida de la fe no es otra cosa que una práctica.

Tal como ya mencioné, el número cierra con dos trabajos que se sitúan en disciplinas afines a la semiótica. Uno de ellos parte de la lógica doxástica y el otro de la lingüística computacional.

Juan Manuel Campos Benítez, en “Kazimierz Ajdukiewicz, las oraciones interrogativas y la racionalidad de los presupuestos al hacer una pregunta”, retoma la propuesta del filósofo Ajdukiewicz, que aborda las oraciones interrogativas y los presupuestos de creencia (y no de verdad) que a partir de ellas se generan. El autor del artículo, siguiendo al filósofo mencionado, analiza las diferentes estructuras de las oraciones interrogativas y sus posibles respuestas desde la estructura lingüística hasta la función pragmática. El autor muestra cómo, en la formulación de algunas preguntas, van implicados operadores de la lógica doxástica, conocida también como lógica de las creencias.

La última contribución, de Antonio Rico Sulayes, tal como lo dice en el título de su trabajo “Las funciones de creencia en la lingüística computacional: una reconsideración de los modos del creer”, replantea el tema del creer a la luz de las nuevas tecnologías, específicamente dentro del campo de la inteligencia artificial. La llamada teoría de la funciones de creencia, tiene como objetivo proponer un constructo para observar creencias, agentes y objetos a partir de la relación entre sujetos artificiales y sujetos humanos, dos claros ejemplos de este fenómeno son dos videojuegos, uno llamado Buscaminas y el otro conocido como Batalla naval.

No me queda más que señalar que los trabajos reunidos en este número de Tópicos del Seminario dedicado a “Los modos del creer” son también —desde su rica aportación— una invitación a hacernos nuevos cuestionamientos y a tener en consideración otros aspectos sobre el creer.

María Luisa Solís Zepeda

Notas

[1] En C. Geffré (dir.), Michel de Certeau ou la différence chrétienne, París, Editions du Cerf, 1991.